sábado, 21 de noviembre de 2015

[MiniFic] Quédate - Tercera Parte

Quédate

-Tercera Parte-


Tercera parte.  Quiero verte.

            El despertador dio el primer timbrazo y su mano presionó con fuerza el botón para apagarla. A penas había logrado dormir un par de horas y lo único que le importaba era que un día nuevo comenzase.
Salió de la cama, entró al baño y lavó su rostro y dientes. Miró en el espejo su reflejo y esa tonta sonrisa que desde el día anterior había invadido su rostro y que al parecer no iba a desaparecer pronto. Pero eso no le importaba.
Tomó su uniforme, se quitó la pijama y se vistió como de costumbre. Sin embargo, ahora sus movimientos eran más cuidadosos, en esta ocasión sintió la terrible necesidad de asegurarse de que su uniforme estuviese lo más pulcro posible. Tenía el deseo y la intensión de lucir perfecto.
Tras acomodar por cuarta ocasión el cuello de su camisa, tomó su maletín y decidió bajar para tomar el desayuno.
Su madre lo recibió con evidente sorpresa mientras le acercaba un vaso con leche.
            -No puedo evitar sentirme sorprendida. No sueles bajar tan temprano-
            Daiki solo sonrió tranquilamente mientras untaba un poco de mantequilla en su pan tostado.
            -Hoy me siento con el ánimo de comenzar el día desde muy temprano-
            Aún sorprendida, su madre miró el reloj, eran las siete de la mañana. Sabía bien que Daiki solía bajar a desayunar a partir de las siete treinta. Deseaba saber el por qué del repentino cambio de humor de su hijo, pero imaginó que éste no diría nada más, así que mejor dirigió la conversación por otro rumbo más importante.
            -¿Cómo vas con tus estudios? ¿Te estás preparando adecuadamente para los exámenes de admisión? Aún no nos has dicho que carrera tomarás-
            Daiki terminó de tomar su leche y tras limpiarse con lentitud, miró a su madre. Sabía bien que tarde o temprano le preguntaría algo al respecto. Sin embargo él aún no tenía nada definido, así que lo mejor era responder claramente lo que si sabía.
            -Me estoy preparando bien. Como podrás haber notado, estoy estudiando todos los días en una biblioteca que está cerca del colegio. Cuando llegue el momento les informaré sobre la carrera que estudiaré. Por el momento puedes estar tranquila, estoy estudiando arduamente- Dicho esto, Daiki se puso de pie y recogió su plato de la mesa, junto con su vaso. Tras depositarlos en el fregadero volvió a su lugar, tomo su maletín y miró el reloj. Era bastante temprano, ideal para ir caminando al colegio, lo cual le apetecía bastante, aún quería tiempo para seguir pensando en esos ojos que lo capturaron, esa apariencia elegante, esa voz que lo dejo sin aliento, ese chico que al parecer le había robado el alma y lo tenía completamente hechizado.
            -Debo irme, tengo algunas cosas que hacer. Volveré tarde de nuevo, me iré caminando así que no te sorprendas si el chofer te informa que he decidido irme por mi cuenta- Al decir esto, Daiki observó como su madre fruncía un poco el ceño, pero al parecer no se encontraba de humor para objetarle nada, así que lo dejo tranquilo. Detalle que agradeció profundamente, ya que su día estaba comenzando de maravilla y no quería arruinarlo con una discusión sin sentido.
            -Esta bien, pero no olvides que pasará por ti- Fue todo lo que su madre dijo.

            Tal cual había asegurado, le indicó al chofer que no era necesario que lo llevara al colegio, el cual terminó de aceptar la indicación a regañadientes. Para Daiki resultaba incomodo tener que lidiar con cosas como aquellas, pero tenía fe en que algún día eso cambiara y pudiera ser libre de todo.
Sin embargo, por el momento debía conformarse con la situación actual. Además, tenía cosas más importantes en las que pensar. O más bien, alguien en quien pensar.
            Recordarlo lo hizo sonrojar y volver a la sonrisa infantil y soñadora que tenía al despertar. Sentía mucha curiosidad por saber más de aquel joven. En primer lugar estaba el misterio de su nombre. Por más que pensaba en un sin fin de nombres, ninguno parecía encajar con él. También quería saber a que se dedicaba, tal vez sería estudiante de aquella universidad de artes, y de ser así, sentía curiosidad por saber que tipo de carrera podría estar estudiando. Al imaginarlo, claramente podría ser cualquier cosa; un pintor, un director de orquesta, un diseñador, un violinista o…
            -Un pianista- Se dijo en voz baja. No pudo evitar en pensar en el piano de los martes y en lo mucho que amaba ese sonido. Fue entonces que, mientras caminaba lentamente, comenzó a soñar en que aquel joven fuese quien tocara aquellas hermosas melodías que siempre lo hacían sonreír y que siempre le provocaba sensaciones diferentes, en especial el día de anterior. No podía olvidar la maravillosa forma en la que el piano sonó aquel día, tan profunda, desbordando un sentimiento tan poderoso que casi lo conmovió hasta las lagrimas.
            Con tan solo imaginar que aquel joven pudiese ser aquel pianista, hacía que su corazón se regocijara de felicidad y emoción. Sin embargo también pensó que, en caso de que no fuese así, lo cual era probable, no se decepcionaría. Aquel chico no podía decepcionarlo con nada, al menos no era capaz de imaginar algo de aquel joven que fuese a decepcionarlo. Tampoco lo imaginaba perfecto, pero para Daiki habían pocas cosas que podían decepcionarlo y algo le decía que aquel joven no poseía nada de eso.
            Sonriente miró al cielo, de un azul cálido y con un viento refrescante. Aquella mañana parecía perfecta, así que con la misma emoción revoloteando por todo su cuerpo, continuó con su camino. Tenía tiempo de sobra, no había porque apresurarse.

            Esa misma mañana, Inoo Kei no dejaba de pensar, imaginar y de hacer planes. Todo mientras acomodaba cuidadosamente sus apuntes de un importante trabajo que debía entregar esa mañana.
A penas había logrado dormir unas horas y no sentía la necesidad de volver a la cama, se sentía emocionado por vivir aquel día como el inicio de una vida completamente nueva y la cual le tenía preparada algo especial. En algún momento de su ensoñación, Kei se sintió absurdo, infantil e idiota, en pocas palabras se convirtió en todo lo que odiaba, pero no podía culparse, aquel chico de instituto tenía toda la culpa. Aún no lograba sacarlo de su mente, y lo más alarmante era que no lograba aplacar a esas latosas mariposas que solo le revolvían el estomago y lo hacían sentir como si caminara sobre nubes de algodón. Algo totalmente cursi.
            -Odio lo cursi- Se dijo en voz baja mientras bebía el último sorbo de su café y miraba el reloj. Eran las siete de la mañana con veinte minutos, el tiempo justo para ir a la universidad a pie si así lo deseaba. Y vaya que lo deseaba.
Por muy cursi que fuese, quería seguir sintiendo aquella sensación de ensoñación. Una parte de él le recriminaba lo absurdo y estúpido que era, pero callaba esa parte con el recuerdo de aquel chico, el sonido de su voz, su sonrisa, su aroma, su presencia.
Fue así que, tomando su cosas como de costumbre, salió de su casa y la sensación de una radiante sonrisa dibujada en su rostro mientras daba los primeros pasos no lo hizo sentirse avergonzado. Poco le importaba si alguien lo juzgaba de loco o idiota.
Si, era un lunático idiota enamorado de alguien a quien solo conocía de vista, de quien ignoraba su nombre y a quien se moría por volver a ver pronto.

Alguna vez, en algún momento de nuestras vidas todos nos preguntamos sobre el destino. Si existe o no es algo que no podemos asegurar ni negar. Pero cuando suceden cosas que te unen con ciertas personas o situaciones sin explicación aparente, es cuando nos aferramos fervientemente a creer en el destino. Siempre que decimos “Ha de ser cosa del destino”; o mejor aún “¡Era el destino!”; una parte de nosotros se siente aliviada. A todos nos encanta pensar que una fuerza desconocida y poderosa nos rige de alguna manera. Si no creyéramos en eso seguramente estaríamos perdidos y amargados o infelices.
Así que esa mañana, justo a la misma hora, el señor destino decidió ponerse a trabajar un tiempo extra, ya que seguramente no suele trabajar tan temprano, y pensó en unir los caminos de un chico de instituto sonriente y el de un estudiante universitario que también sonreía.
Todo sucedió así, con tal cantidad de coincidencia que ninguno de los dos podía creerlo, a la fecha sigue siendo el momento más mágico de sus vidas. O tal vez no tanto.

Daiki caminaba tranquilo, tal cual había salido de casa y se detuvo en la esquina esperando a que el semáforo cambiase de rojo a verde.
En aquella esquina, poco después, Kei llegó y sin darse cuenta aún de nada, se dedico a mirar a su alrededor, hasta que de pronto notó que de su lado izquierdo, a unos cuantos centímetros, se encontraba de pie un chico tan familiar que casi pensó que se trataba de un sueño.
De igual forma, Daiki miró a su alrededor y al mismo tiempo notó que de su lado derecho estaba un joven un poco más alto que él, con ese porte que tan bien conocía ya y que lo miraba con la misma sorpresa con la que él lo observaba.
Todo transcurrió en cuestión de segundos, se miraron y hablaron al mismo tiempo.
            -¡Tu!- Exclamó Daiki.
            -¡Tu!- Dijo Kei.
            Y como unos tontos, se miraron y después sonrieron. No había manera de que uno supiera que el otro pensaba en que seguramente debía ser un sueño. Lo que si supieron fue que el gusto de verse así, tan inesperadamente, saliendo por completo de la rutina, les alegraba de verdad de una forma inexplicable.
            -Así que no soy el único que ha pensado que es un buen día para ir a pie a clases- Dijo Kei, poniendo mucho esfuerzo para no demostrar demasiada alegría y entusiasmo del necesario. Porque sabía muy bien que deseaba que aquel chico notara que le gustaba encontrarlo y conversar con él, y más aún si esto se daba de una forma tan fortuita como aquella.
            -Pues, hay mucha gente que lo ha pensado, solo mira a tu alrededor- Respondió Daiki con una sonrisa y señalando con la mirada a la gente que también esperaban a que el semáforo cambiase para poder continuar con su camino.
            -¿Eso quiere decir que no sueles ir caminando rumbo a la escuela?- Kei intentó no sonar tan curioso como lo estaba, pero era inevitable no preguntar cualquier cosa que le revelara más sobre aquel chico, estaba dispuesto a saber de él en cada pequeño encuentro que tuvieran de ahora en adelante. Tal vez aquello era aventurarse de más, puesto que no estaba seguro si podría seguir encontrándoselo así y más aún poder conversar con el de cualquier cosa. Aún así, no era ese el momento para pensar negativamente, necesitaba poner todos sus sentidos en disfrutar aquel momento sin importar nada más.
            -No. Pero hoy me sentí con ganas, además de que tengo tiempo de sobra- Daiki miró su reloj para confirmar lo que decía, después sonrío y clavó su mirada al frente, deseando que el semáforo se tardara mucho más en cambiar, la idea de poder conversar más con aquel joven podía hacerlo brincar de emoción de un lado a otro, pero sin lugar a dudas debía comportarse, aún no estaba listo para ponerse en tanto ridículo. Esta era una oportunidad ideal para averiguar un poco más de él, pero habían tantas cosas amontonándose en su cabeza por preguntar que no podía decidirse por una.
            -Es hora de cruzar- Dijo la suave voz de aquel joven y Daiki logro percibir al fin que la peculiar melodía del semáforo ya indicaba el cambio de luz. Había desperdiciado tal vez sus últimos segundos para saber algo, se sentía tan tonto por haberse quedado en blanco, solamente hundido en sus fantasías.
            Sin embargo, para Kei no era el fin del encuentro.
            -Aún no me has dicho cómo te llamas- Agregó Kei mientras caminaba junto al joven sobre las líneas blancas del cruce peatonal. Ya no podía seguir pensando en él como “el chico de instituto”, necesitaba con urgencia saber su nombre. Algo le decía que al saberlo algo cambiaría en las circunstancias.
            -No lo he dicho porque no lo has preguntado- Respondió Daiki con una sonrisa traviesa mientras se esforzaba por mantener la vista al frente. Pero al mirar de reojo al chico que tenía junto a él pudo notar que éste también sonreía. Aquello alborotó a unas traviesas mariposas en su estomago.
            -Pues lo hago ahora. ¿Cómo te llamas?-
            -Daiki. Arioka Daiki-
            -Bonito nombre. Daiki. Tiene un sonido muy agradable, como un conjunto de pequeñas notas que solo pueden hacer sonreír a quien lo pronuncie-
            Para Daiki aquello fue demasiado poético y encantador, que su corazón se detuvo de golpe, su respiración se acompasó y sus manos comenzaron a sudar. Era increíble lo que aquel joven era capaz de hacerle sentir con unas simples palabras. Ahora, era momento de también saber su nombre.
            -¿Y el tuyo?- Preguntó mientras se esforzaba por ocultar el rubor de sus mejillas.
            -Inoo Kei- Respondió este con una amplia sonrisa mientras continuaba caminando.
            Sin darse cuenta, ambos caminaban lentamente. Kei olvidó por completo que debía avanzar un poco más deprisa si deseaba llegar a tiempo para su clase. Para Daiki era el tiempo perfecto y de sobra para llegar a clase.
            -Supongo que ahora ya no somos desconocidos, ahora que sabemos nuestros nombres podremos llamarnos desde cualquier lugar en donde nos encontremos, ¿No te parece?- Preguntó Kei mientras miraba a Daiki de reojo, éste sonrió de vuelta y asintió con la cabeza.
            -¿Cómo debería llamarte? Es evidente que eres mayor que yo así que debería ser algo como “Inoo-san” pero no se… no me convence- Dijo Daiki mientras gesticulaba una curiosa mueca de desagrado y burla. Aquello hizo reir a Kei.
            -He de confesar que no me gusta que me digan “Inoo-san” ya que eso me hace sentir algo viejo. Podrías intentar usar el “chan” ó en todo caso el “sama”. Siempre es bueno inspirar más respeto en los demás, aunque sean desconocidos-
            Kei dijo esto último como una broma y Daiki no pudo evitar el soltar una carcajada que para el mayor sonó tan hermosa que con toda seguridad quería escucharla una vez más.
            -Inoo-chan será- Sentenció Daiki mientras lo miraba de reojo una vez más.
            -Bien, me parece justo entonces que yo te llamé… veamos… Dai… ¡Dai-chan!- Exclamó Kei después de pensarlo un poco y al final el triunfo se reveló en su rostro, sin lugar a dudas estaba satisfecho de poder llamarlo así y el menor no objetó en lo absoluto.
            -Bastante justo, Inoo-chan-
            -Razonable, Dai-chan-
            Ambos se miraron, sonrieron y continuaron caminando, con la sensación de que al fin no eran extraños, conocían sus nombres y con toda seguridad, si se encontraban de nuevo, podían hablarse y conversar un poco más.
            Cuando llegaron a una interjección, Daiki se detuvo y no muy animado tuvo que decir, señalando a la izquierda.
            -Yo debo ir por éste camino-
            Kei miró el reloj, tenia menos de diez minutos para llegar a su clase, pero no tenía deseos de darse prisa en alejarse.
            -Oh, claro, chico de instituto- Bromeó Kei mientras señalaba el camino que Daiki debía tomar.
            -No por mucho, éste es mi último año y después seré un universitario como tú-
            Kei pudo sentir el orgullo en la voz de Daiki y eso lo hizo sonreír.
            -Seguramente serás un universitario ejemplar. Ahora, éste universitario tiene que irse para seguir siendo ejemplar o seré protagonista de una tragedia familiar-
            Daiki lo miró fijamente, intentando descubrir si aquello era una broma o hablaba en serio. Kei notó esto y sonrió para relajarlo.
            -Bromeo, solo tengo que ganar un concurso por mantener mi orgullo de ser el mejor, nada grave en verdad- Kei se sonrió con Daiki y a éste se le iluminó ligeramente la mirada, fue entonces que recordó su extraño presentimiento, tenía que preguntarle si de casualidad tocaba el piano en aquella universidad de artes, tenía que aprovechar la oportunidad.
            Pero justo en ese momento, Kei miró de nuevo su reloj, tenía cinco minutos para llegar a su clase y si no lo hacía tendría serios apuros.
            -Bueno, ahora debo salir corriendo o perderé mi clase. Te veré más tarde, Dai-chan. Cuídate-  Y tras guiñarle el ojo y regalarle una sonrisa, Kei se fue corriendo tan rápido que Daiki quedó ligeramente impresionado. A pesar de que lucía torpe al correr, se notaba que estaba decidido a hacerlo lo más rápido posible para llegar a tiempo a su clase.
            Cuando lo perdió de vista, un suspiró salió desde lo más profundo de su pecho, sonrió para sí mientras resonaba en su cabeza la forma en la que él había dicho “Dai-chan” y después sintió una ligera punzada de arrepentimiento al no haberle podido preguntar si acaso él tocaba el piano.
            -Tendré que preguntárselo la próxima vez que lo vea-

Sus clases transcurrieron con normalidad, después de haber llegado dos minutos tarde a su primera clase, en general no había tenido más contratiempos. Estaba esperando en la cafetería por su turno para ordenar cuando su profesor de piano se acercó a él con ese peculiar ceño fruncido que significaba que tenía en mente algún regaño o indicación nada divertida.
            -Escuché que llegaste tarde ésta mañana, Inoo-
            -Fueron solo dos minutos- Respondió con una sonrisa relajada.
            -Espero que se deba a que has estado practicando hasta desfallecer de cansancio- Insinuó el profesor mientras arqueaba su ceja derecha y lo miraba fijamente.
            -¡Que espartano ha sonado! Si he estado practicando, de eso no tiene que preocuparse- Aseguró Kei mientras se decidía por el menú que incluía karaage y sopa miso.
            -¡Claro que me preocupa! Tienes que estar listo para esa competencia y algo me dice que aún hay movimientos que no has mejorado-
            -¡¿Pero que dice?! Usted mismo me felicitó ayer por mi gran interpretación-
            -Si, pero sabes muy bien que tienes que ser aún mejor que eso si es que quieres ganar. Así que tendremos una lección más esta tarde, ¿De acuerdo?-
            Kei quiso negarse, decirle que ya se encargaría él de practicar en casa, pero tenía que aceptar que más que otra cosa en el mundo, deseaba ganar esa competencia, así que solo asintió con la cabeza mientras tomaba la bandeja con su almuerzo. Se sentía frustrado ya que quería aprovechar la tarde para poder ver a Daiki más tarde, pero por ahora debía concentrarse en aquel concurso. “Una prioridad a la vez” se dijo mentalmente mientras escuchaba a su profesor que le decía que lo vería a la hora de siempre en el aula de siempre.
            Fue así que, muy a su pesar, Kei hizo a un lado todo pensamiento relacionado con Daiki, y mientras comía su almuerzo escuchando vagamente lo que un grupo de estudiantes de diseño hablaban sobre unos carteles, buscó sus audífonos y buscó en su reproductor de música la melodía que practicaba y así, escuchando con atención mientras masticaba cada bocado, repasaba cada movimiento en su cabeza.

Al llegar la tarde, Daiki salió del salón de clase mucho antes que sus compañeros debido a un pequeño examen sorpresa que su profesor de química había planeado. Gracias a sus interminables horas de estudio en aquella biblioteca, Daiki tenía todo dominado y terminó mucho antes que todos por lo cual pudo salir antes. Para su sorpresa, el automóvil de costumbre ya estaba esperando por él.
            -Buenas tardes, joven Daiki. ¿Lo llevaré a la biblioteca de nuevo?-
            -Si, como siempre-
            Y mientras el chofer le abría la puerta, éste se atrevió a decirle en voz baja antes de que Daiki subiese al auto.
            -A su madre le haría bien que llegara temprano a casa de vez en cuando-
            Daiki sonrió con ironía, sabía que el chofer hablaba por hablar, quien llevara el tiempo suficiente trabajando para ellos sabría que a la madre de Daiki le interesarían otras cosas que pasar tiempo con su hijo.
            -Sabes bien que ella debe estar con alguna de sus amigas haciendo no se que tantas cosas y para eso no me necesita. Así que solo llévame a donde te pedí y no hagas comentarios absurdos. Si quieres conversar conmigo solo tienes que decirlo, no lo intentes sacando temas tontos como éste- Y así, Daiki subió al auto, el chofer se reverenció después de cerrar la puerta y poco después ya estaban avanzando rumbo a la biblioteca.

            Al llegar al lugar, Daiki sintió cierta emoción. La universidad de Inoo estaba cerca, cabía la posibilidad de encontrarlo y volverlo a ver. Escuchar de nuevo su voz, conversar y reír de nuevo con él…
Pensar aquello lo hizo sonrojar en cuanto caminaba hacia su lugar habitual de estudio, después de abrir su libreta de apuntes, no podía dejar de pensar en él, en verlo de nuevo. Aquello estaba complicando demasiado su rutina de estudio, necesitaba concentrarse de una vez por todas, después de todo aún tenía una prioridad y aquel examen de admisión se encontraba cada vez más cerca, no podía permitir que su buen ritmo decayera tan fácilmente.
            Pocos minutos después de haber logrado concentrarse, como ya era costumbre, comenzó a escuchar las melodías que practicaban diferentes estudiantes. Daiki sintió como si con aquello le dijeran muy sutilmente “Estamos aquí para ayudarte a estudiar mejor, así que ánimo.”
            Y con una sonrisa dibujada en el rostro, Daiki continuó leyendo, tomando apuntes, repasando temas que se le complicaban, resolviendo enormes ecuaciones, leyendo interminables fechas y acontecimientos históricos, entendiendo reacciones y sustancias químicas y una variedad más de materias que debía repasar.
            Cuando menos se dio cuenta, los diferentes instrumentos musicales que había estado escuchando cambiaron a uno en especial que casi le pasa desapercibido. No tenía idea de la hora que era, pero en cuanto aquellas peculiares notas musicales sonaron y entraron en su cabeza, el ritmo de su pluma que se deslizaba sobre el papel fue volviéndose más y más lento. Hasta que de pronto lo supo, era él.
            El piano de los martes.
            Dejo de escribir, un suspiro salió desde lo más profundo de su pecho y se sintió bien. Mejor que bien. De reojo miró el reloj, eran las siete en punto, justo como el día anterior.
            Daiki intentó preguntarse la razón por la cual últimamente tocaba en días diferentes y tan consecutivos. Era imposible pensar que podía tratarse de otra persona, aquel sonido, el sentimiento que transmitía, la forma en la que las notas llegaban a su alma, solo lo provocaba aquel piano y estaba seguro de que no se equivocaba.
            “Tal vez se prepara para algo” Pensó Daiki mientras terminaba de hacer lo que sería sus últimos apuntes del día. Leyó lo que acababa de anotar, cerró su libreta y el libro de física que estaba consultando. Dejó todo de lado, se recargó por completo en el respaldo de la silla y mientras escuchaba aquella suave melodía que comenzaba a transformarse en algo diferente, en algo más fuerte, cerró sus ojos y comenzó a relajarse por completo.
            Sus brazos yacían extendidos en el escritorio, con las palmas hacía abajo y de vez en cuando sus dedos tamborileaban sobre la mesa, como si intentaran seguir el ritmo exacto de lo que escuchaba. También estiró completamente sus piernas por debajo de la mesa y su respiración se volvió suave. Estaba completamente relajado y feliz.
            De vez en cuando le parecía un poco tonto o incluso absurdo el hecho de sentirse feliz por escuchar el sonido del piano y que además era tocado por alguien que no conocía y que era poco probable que conociera. Pero aún así lo era y no podía evitarlo. Nada ganaba con juzgarse de esa manera. Solo tenía que disfrutarlo.


            Con el mismo entusiasmo y concentración, Kei terminó de tocar el último movimiento y una vez más recibió los buenos comentarios de su profesor. Solo le corrigió un par de cosas insignificantes, pero Kei sabía que ese par de cosas que a simple vista no tendrían importancia, si que la tenían, así que tomo nota mental de cada una y se decidió a practicar y mejorar aquello una vez llegado a casa.
            -Bien, estamos muy cerca así que seguiremos con las lecciones intensivas. ¿De acuerdo?-
            -Aunque le diga que no, de igual forma lo hará y de igual forma vendré- Respondió Kei con su habitual sonrisa burlona y no pudo evitar el reír un poco. Su profesor tan solo le dio una palmada en la espalda y salió antes del salón.
            Mientras caminaba por los pasillos solitarios, su mente volvió a llenarse con recuerdos y anhelos hacia una sola persona. Volvió a desear volver a verlo. Pensó en la oportunidad que pudo haber tenido de volver a encontrarlo en la biblioteca y ya no observarlo desde lejos, sino esta vez acercarse a él con total naturalidad. Porque ahora se conocían. Porque ahora conocía su nombre. Porque ya no eran más desconocidos.
            Una sonrisa apareció en su rostro y sus pasos cambiaron a un ritmo más agitado, ligeramente alegre, impaciente, deseoso de poder volar de ser posible. Cuando pasó frente a la biblioteca se detuvo un poco, miró su reloj y vio que eran las ocho con quince minutos. Era poco probable que aún siguiera ahí y aún así deseaba que así fuera, no dejaba de pensar en lo genial que sería encontrarlo de nuevo y compartir con él su practica de piano. Aunque tal vez a él no le interesaría mucho aquel tema, o tal vez si ya que parecía disfrutar de la música clásica mientras la escuchaba.
            “Ojalá pudiese escucharme tocar el piano” Pensó Kei mientras aún miraba hacia la biblioteca. Estaba a punto de volver a mirar al frente y continuar con su camino, cuando la puerta se abrió y se escuchó una lejana voz que al parecer se disculpaba por algo.
            Kei parpadeó y sus ojos enfocaron un poco mejor y así logró distinguir de quien se trataba. Y su corazón dio un giro de felicidad dentro de su pecho, sin importarle que podía morir de un paro cardiaco si lo hacía con más intensidad. A Kei tampoco le importaba aquello.
            Una sonrisa se dibujo en su rostro y lo observó avanzar hacia él. La forma en la que sus miradas se encontraron y como él también sonreía. Daiki también estaba sonriendo. Al parecer también le agradaba verlo. Y de pronto deseó que le agradara tanto como le hacía a él.
            -¡Hola!- Saludó Daiki una vez que estuvo a un par de pasos de distancia.
            -¡Hola de nuevo!- Saludó Kei, intentando volver a la realidad y enfocarse en lo que estaba ocurriendo justo frente a él.
            -¿Saliendo de clases?- Preguntó Daiki mientras señalaba con la cabeza en dirección a la universidad.
            -Si, algo así-
            -Yo me he quedado un poco… abstracto y se me ha hecho un poco tarde. Al darme cuenta guardé mis cosas tan ruidosamente que me han llamado la atención más de una vez- Confesó Daiki mientras un ligero rubor aparecía en sus mejillas.
            -Es por eso que te disculpabas- Concluyó Kei en voz alta. Daiki solo lo miró y le sonrió torpemente.
            -Así que… ¿Ya tienes que volver a tu casa?- Preguntó Kei para cambiar de tema.
            -Si. Siempre vuelvo a la misma hora y bueno… voy un poco retrasado. Aunque eso no me traerá problemas.-
            -Entonces no te importará si caminamos juntos hacia la estación de autobús-
            Daiki asintió con la cabeza y después de ver la sonrisa en el rostro de Kei, él sonrió de igual forma. Fue así que ambos terminaron caminando juntos por segunda vez en aquel día.

            Mientras caminaban, Daiki tenía muchas ganas de hacer preguntas, sobre todo la gran pregunta sobre qué estudiaba en la universidad. Pero se contenía porque sentía que tal vez sería demasiado imprudente o entrometido, después de todo no tenía más de doce horas desde que se habían presentado formalmente, no quería parecer un chico metiche o con malos modales.
            Por otro lado, Kei no tenía intensión de quedarse callado ni de guardarse nada, así que para acabar con aquel silencio que, a pesar de que no era incomodo, no era lo que quería.
            -¿Qué tal tu día?-
            -Bien, solo tuvimos un examen sorpresa en la última hora pero ha salido bien y no tengo de que preocuparme. He estado estudiando diario en esta biblioteca así que estaba preparado y sigo preparado para lo que sea-
            Kei percibió el orgullo y confianza en la voz de Daiki y aquello le gustó. Le atraía esa actitud y quería más de eso, así que continuó.
            -¿De verdad estudias aquí todos los días?- Preguntó mientras señalaba hacia atrás, en dirección a la biblioteca y trataba de fingir sorpresa, como si en verdad no supiera que Daiki estudiaba todos los días ahí. Aquello confirmaba que Daiki no había notado su presencia en todas las ocasiones en las que Kei lo había observado en aquel lugar.
            -Justo cuando mis clases terminan me dirijo a este lugar. No tengo nada más que hacer y no me apetece estar mucho en casa- Confesó Daiki, sorprendiéndose de la facilidad con la que había soltado aquello. No era algo que solía compartir con sus compañeros de clase y mucho menos con personas que acababa de conocer. Sin duda había algo en Kei que le agradaba y que además le inspiraba confianza. Llegar a esa conclusión lo hizo sentir bien, aún más relajado.
            -Supongo que tienes algo por lo cual te estás esforzando tanto. Algo así como un sueño- Daiki pensó que Kei preguntaría la razón por la cual no deseaba estar en casa, pero le alivio escuchar estas palabras.
            -Todos tenemos sueños. Los cuales se hacen más fuertes cuando te esfuerzas y los conviertes en metas, en algo que puedes alcanzar y que a cada paso que das estás más cerca-
            -Supongo que tu ya estás acercándote a esa meta ¿Me equivoco?-
            -Bueno, estoy decidido a alcanzarla-
            -Tienes decisión y coraje. Seguramente alcanzaras todo aquello que te propongas. Mientras ese brillo en tu mirada no desaparezca, no habrá imposibles para ti- Le dijo Kei mientras sonreía y continuaba andando con paso tranquilo y relajado.
            -Supongo que tú también tendrás algo, ¿No?- Preguntó Daiki con cierta timidez.
            -Si, supones bien. Quiero llegar a todos los rincones posibles, inspirar, hacer soñar, robar suspiros, lagrimas, sonrisas, todo lo que la música provoca-
            Daiki se sintió victorioso. Ahora estaba seguro de que Kei estudiaba algo relacionado con la música. Al repasarlo mentalmente, algo en su interior se sacudió y tuvo una pequeña esperanza de que fuese quien tanto esperaba. Aunque si no lo era, se prometió una vez más no decepcionarse, después de todo eso no lo cambiaria en lo absoluto. Seguiría siendo Inoo Kei, el chico que lo hacía sonreír y soñar.
            -Eso suena ambicioso. Me gusta- Dicho esto, Daiki miró a Kei con una sonrisa llena de satisfacción y el corazón de Kei se detuvo durante un par de segundos.
            -Bueno, la música siempre ha estado en mi vida y ahora estoy en camino para que sea por completo mi vida. Tengo que ponerle un poco de ambición para que todo funcione como quiero- Declaró en cuanto logró calmar sus emociones y su agitación.
            -¿Eso quiere decir que te gustaría ir al extranjero?-
            -No lo sé. Me gusta estar aquí. He tenido oportunidades de marcharme, incluso podría estar ahora mismo estudiando en Viena, pero los rechacé-
            Daiki se impresionó bastante con aquella confesión y le fue imposible detener sus preguntas.
            -¿Los rechazaste? ¿Cómo se rechaza una oferta así? Debes tener una muy buena razón para haberlo hecho o pensaré que eres un idiota- Daiki soltó esta última palabra sin pensarlo y de forma tan natural que Kei solo pudo reír al escucharla, no tuvo oportunidad ni intensión de sentirse ofendido y estaba claro que Daiki no tenía la intención de insultarlo realmente.
            -Cada uno somos libres en cada decisión que tomamos. Si tu decides estudiar cada tarde en la misma biblioteca, es tu libertad. Así ejercí la mía. No tenía interés alguno de dejar el país y algunas otras razones que estoy seguro que si comparto contigo me señalaras como raro y completamente idiota-
            Daiki miró a Kei y se sintió un poco avergonzado por haberlo llamado “idiota”, pero aquello desapareció en el momento en que ambos llegaron a la parada del autobús. No quería que la conversación terminase, quería saber más y más sobre él.
            -Bueno, supongo que después podrás contarme aquellas otras razones y estar seguro de que no te juzgaré como “completamente idiota”. Solo es cuestión de tiempo para que te convenzas-
            En cuando Daiki dijo esas palabras, a Kei no le quedó duda de que podía seguir encontrándose con él durante mucho más tiempo del que era capaz de imaginar en el pasado. Aquello lo hizo querer saltar de felicidad alrededor de la pequeña parada, pero tuvo que esforzarse en no hacerlo y seguir actuando lo más natural posible. Aunque le fue inevitable dejar salir una sonrisa de satisfacción.
            -Ya veremos-
            Ambos se miraron y sonrieron. Justo en ese momento el autobús llegó y ambos subieron. Esta vez, en lugar de quedar por separado, tomaron asiento juntos, ambos sabían que debían aprovechar aquellos últimos minutos para conversar un poco más.
            -¿Y ya sabes a que universidad aplicaras examen de admisión?- Le preguntó Kei mientras lo miraba con mucho más detalle, grabando en su cerebro cada parte que lograba observar de su pequeño rostro.
            -Justo a la universidad de artes que se encuentra cerca de la biblioteca-
            -¡Vaya! Así que si todo sale bien, podremos ser compañeros-
            Daiki sonrió y asintió con la cabeza. Sabía que era el momento adecuado para preguntarle, al fin podría salir de dudas. Tenía que hacerlo, era sencillo.
            Pero algo continuaba deteniéndolo, y esta vez no fue su temor de parecer demasiado entrometido, sino más bien se dio cuenta de que la próxima parada era la suya. Al parecer Kei también lo sabía puesto que se puso de pie para dejarlo pasar y lo acompaño lentamente hacia las puertas de salida.
            -Duró muy poco nuestra conversación. Supongo que guardamos lo mejor para otra ocasión- Dijo Kei mientras observaba como Daiki intentaba observarlo y al mismo tiempo estar alerta para presionar el botón que indicaba la parada.
            -Aún podemos vernos mañana, ¿No lo crees?- Preguntó Daiki mientras presionaba el botón y el autobús disminuía la marcha para detenerse.
            Kei se sorprendió de escuchar aquello, no sabía si sentirse feliz o incrédulo. Tal vez estaba escuchando mal o estaba teniendo una alucinación. Pero aquello quedó despejado al ver la mirada curiosa de Daiki y su sonrisa. Esa sonrisa que lo hacia perder el control y querer contemplarla por siempre.
            -Claro, siempre podemos encontrarnos mañana- Le dijo Kei al momento en que el autobús se detuvo. Se abrieron las puertas y Daiki descendió. Y justo como ya había pasado antes, una vez fuera del autobús, Daiki se giró y le sonrió, despidiéndose de él. Y Kei tuvo un impulso. Tenía que hacerlo. No podía seguir controlándose.
            Justamente unas personas aún estaban abordando el autobús, así que descendió los dos escalones, sin tocar el asfalto. Daiki lo miró fijamente, tratando de comprender lo que estaba por suceder. Rápidamente Kei tomó el rostro de Daiki entre sus manos y sin más unió sus labios con los de él en un beso tierno, frío y delicado.
            Fueron segundos eternos para ambos. Daiki cerró instintivamente sus ojos y respondió al suave contacto de la mejor forma que pudo. No tenía mucha, o más bien ninguna, experiencia besando. Pero aquello no importaba en ese momento. Solo podía sentirse flotar y ser llevado a un mundo enteramente suyo, solo con Kei ahí, besándolo tiernamente y tomando sus rostro con sus frías manos, entrelazando sus largos dedos en su cabello, cerca de su oreja.
            El momento fue interrumpido por un leve pitido que indicaba que las puertas se cerrarán pronto, así que Kei se separó de Daiki, lo miró fijamente y justo cuando las puertas se cerraron, articulo un “Te veré mañana” después le sonrió y el autobús retomó la marcha.
            Y Daiki permaneció ahí, observando como el autobús se alejaba, repasando lo que había entendido a la perfección decir a Kei. “Te veré mañana”
            Estaba soñando, seguramente todo era un sueño. Jamás se imagino que su primer beso sería con un chico y que además ese chico pudiera besar tan bien y que se pudiera sentir como lo más maravilloso que jamás había sentido en su corta existencia. Era algo que estaba seguro de querer experimentar una vez más.

            Y lo vería de nuevo al día siguiente. Eso era un hecho, una promesa.

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¡Hola!
Si, hagamos de cuenta que no he tardado siglos en subir algo. Imaginemos que en realidad no ha pasado más de un mes. Creanme, así seremos más felices. Y yo no me sentiré tan culpable como en verdad me siento.
Entonces, como no tengo que decir "¡Hace mucho que no pasaba por aquí!" Porque no es asì *guiño, guiño* mejor dire: ¡Hola de nuevo!
¿Muy simple? ¿Soy muy desvergonzada?
Si, tal vez. Mi madre me lo dice muy a menudo x'D
Pues bueno, aquí tienen la tercera parte de este fic que, al final del camino... tendrá un capitulo más *se hace chiquita ante las miradas inquisitivas de quienes leen esto* Ya sé que suelo hacer siempre esto y dejarlas botadas otros mil años para saber que pasara. Pero en mi defensa puedo decir que ya estaba quedando DEMASIADO largo y no quiero que se aburran o abrumen leyendo tanto, sé que tendrán cosas mucho más importantes que hacer que perder más de una hora aquí. Así que bueno, viendo por su bienestar, lo he cortado ahi (porque he escrito mucho, MUCHO más que eso) y la cuarta y ahora si, última parte, llegara pronto. En verdad... 
Bueno, creo que he perdido credibilidad hasta para mí, pero voy a esforzarme de verdad y ya verán que esa cuarta parte llegará más pronto de lo que imaginan. Además de los otros fics pendientes que también he estado trabajando sobre la marcha (En especial el gran final de Fated, el cual no dejo de editar porque aún hay cosas que no me convencen)
Así que eso es lo que tenía que decirles.
¡Espero y hayan disfrutado este capitulo! A mi me ha emocionado mucho escribir la escena del beso, hasta para mi fue un grito de victoria cuando ya estaba plasmado. Espero y a ustedes también les haya emocionado.
Nos leemos en la siguiente entrada~
Las/os quiero con todo mi gordo corazón *^* 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto de verdad esta muy lindo que ahora que lo leí pienso que ha valido la pena esperar y pensar que falta un capitulo más para el final aumenta más la emoción =)

Muchas gracias por esta continuación y ahora solo queda esperar el final ^^

Yuko "I LOVE JUMP"

ButterMilk dijo...

Ayyyy por fin ;___; y me alegro tanto que tenga otro cap, porque no puede quedar solo así u3u estuvo muy ajsdkajsdajsd gracias <3

AmiS dijo...

No hay nada mejor q dejar de atebder a clases pra leer... porque lo haces tan corto!!
4 partes no es suficiente....
Querio mas~~
Me encanta el fic!

aNix FriKi dijo...

me ha encantado *u*, ya me andaba jalando los cabellos pensando que ahi quedaria, jejejejjeje. Pero que bueno q habra un cap más :)

Lo esperare con ansias, que quiero saber que mas sucedera entre ellos :D

Yojhannah dijo...

Yo quiero mas conti por favor ;-; es demasiada la espera

Yojhannah dijo...

Yo te sigo esperando ;-;

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