martes, 22 de enero de 2013

Fated [Cap. 6]

Capitulo 6

A la mañana siguiente, todo en la aldea era tranquilo, al parecer poco a poco la gente recobraba la tranquilidad de antes, sin embargo su líder no lo sentía.
Despertó gracias a sus sirvientes, desayunó y dio un recorrido por los alrededores de la aldea, muy pocas veces lo hacia.
-Yamada-san, ¿Necesita algo?-
Le preguntó un señor que atendía un pequeño puesto de frutas.
-No-
Respondió fríamente y continuó, mirando a su alrededor, a la toda la gente que su padre se había propuesto proteger a toda costa.
En su camino se encontró con Nakajima, intercambiaron miradas y de inmediato recordó las palabras de aquella tarde.
“-Aún así, te protegeré, aunque no te importe, voy a servirte incondicionalmente, te entrego mi vida y todo lo que soy-”
Sin esperarlo, Nakajima le sonrió amablemente, como siempre solía hacerlo, sin embargo, a pesar del sentimiento que le provocaba, desvió la mirada y continuó con su camino, después regresó y se encerró en sus aposentos, respiró profundo al mismo tiempo que tomaba asiento sobre el suelo, cerró sus ojos y no pudo evitar el recordar aquellos días en lo que era completamente feliz, un Yamada tan diferente al de ahora.

-Tenemos que aprovechar la primera oportunidad, no deben descubrirnos-
Dijo uno de los soldados, el cual ahora vestía como cualquier aldeano.
-¿Cuál es tu plan? No creas que va a ser fácil penetrar en la aldea del Sur-
Preguntó otro de ellos.
-Sé que les llegara un cargamento de alimentos, solo debemos intersectar la carreta y fingir que somos parte de los trabajadores-
Propuso otro de ellos.
-Me gusta la idea, no olviden llevar su arma, aunque sea algo pequeño, no debemos llamar la atención-
Los otros dos asintieron y mostraron sus delgadas dagas que estaban ocultas en sus ropas, sonrieron con malicia y sin que nadie lo notara, salieron de la aldea del Oeste.

-¿Por qué no te veo deprimido como siempre?-
Le preguntó Keito mientras masticaba un trozo de jugosa manzana.
-No siempre estoy deprimido-
Dijo Yuto mientras le robaba su manzana y se la comía.
-Bueno, lo estás cada que te ignora, y acaba de hacerlo, pero tu reacción ya no es la misma, ¿Por qué? ¿Pasó algo?-
Yuto no sabía si contarle todo a Keito, se imaginaba que terminaría por regañarlo de alguna manera.
-No paso nada, las cosas siguen igual, por así decirlo, yo solo fui sincero con él-
-¿Sincero? Siempre lo fuiste, quien no es nada sincero es él-
Yuto sonrió amargamente y mordió la manzana.
-Bueno, solo hay un favor que quiero pedirte-
Keito miró fijamente a Yuto, esperando. Después de respirar profundo, al fin dijo.
-Dijiste que si muero por protegerlo tu no enterrarás mi cadáver, quisiera que lo consideraras-
Los ojos de Keito se abrieron con gran sorpresa.
-Es el único favor que voy a pedirte mientras viva-
-¿Te has vuelto loco? ¿Le has entregado tu vida a él?-
Preguntó Keito mientras intentaba controlarse.
-Si-
La voz de Yuto fue firme, tranquila.
-Si eso es lo que quieres, no tengo opción-
Yuto sonrió al ver como su amigo se cruzaba de brazos y lo miraba molesto.

Daiki estaba hablando con algunos sirvientes cuando Inoo entró y pidió permiso para hablar con él, lo cual le concedió y ordeno a todos que salieran.
-Hola-
Saludó Daiki con una sonrisa.
-¿Estabas muy ocupado?-
Preguntó Inoo pensando que tal vez no había llegado en buen momento.
-Descuida, solo me decían que llegara un cargamento con alimentos hoy y lo que se necesita en la aldea, nuestras relaciones comerciales con las demás aldeas van bien, a pesar de que la aldea del Norte a veces quiera vender todo al doble, sabemos negociar para que no se salgan con la suya-
Inoo pudo sentir el orgullo en Daiki y no pudo evitar el sonreír al verlo hablar así.
-Eres todo un líder-
Se acercó y tomó asiento frente a él.
-¿Te preocupa algo?-
Preguntó Daiki mientras observaba detenidamente a Kei.
-Bueno, las cosas han estado demasiado tranquilas desde el último ataque de Yamada, no sé… no me siento tranquilo-
-¿Quieres hacer algo?-
Inoo negó con la cabeza.
-Entonces solo hay que dejarlo, tal vez ya no quiera hacernos nada-
Dijo Arioka con la mirada perdida.
-O más bien, se preparan mejor, sabes que no podemos quedarnos así, no es mi estilo atacar primero, pero pienso que deberíamos aprovechar su debilidad, su desorganización, Yamada no es un buen líder-
-¿Quieres ir a atacarlos? ¿Para eso has venido? ¿Quieres que te dé mi autorización?-
A cada segundo la voz de Daiki sonaba con más desesperación.
-Aún no tengo un plan, pero si tu lo autorizas sabes que puedo trabajar en ello y hacerlo-
Daiki odiaba la manera en la que Inoo hablaba en esos momentos, tan seguro, calculador, deseoso de pelear para cumplir con su cometido, si se tratara de cualquier soldado no hubiese mayor inconveniente, pero era Kei, la persona que más amaba, no podía enviarlo a la batalla, temía por perderlo, al igual que perdió a su padre.
-Lo voy a pensar-
Dicho esto, Daiki se puso de pie, estaba por salir de la habitación cuando Kei le dijo.
-Te he jurado que no moriré, no lo olvides-
Ante estas palabras, solo se giró un poco y le dijo.
-Espero que tu tampoco lo olvides-
Fue así como continuo con su camino, dejando a Kei solo.

Hikaru estaba caminando tranquilamente hasta que llegó a la entrada de la aldea.
-Voy a salir, si alguien pregunta por mí solo dí que salí a vigilar-
Le ordenó a uno de los soldados que resguardaban la entrada, estaba por salir cuando vio a una carreta que era empujada por tres hombres, los cuales se detuvieron justo frente a él.
-Hemos traído las provisiones-
Hikaru los observó cuidadosamente, después les permitió el paso.
-Adelante, supongo que ya saben a donde ir-
Los tres hombres asintieron, se reverenciaron y continuaron con su camino.
Después, Hikaru comenzó a caminar hasta adentrarse lentamente en el profundo bosque, estaba inquieto, ya habían pasado días desde su encuentro con Okamoto y no lograba sacárselo de la cabeza, no podía dejar de pensar en que tanto su nombre como su mirada le parecían familiares.
Miró a su alrededor y reconoció el rumbo, estaba por llegar a la frontera que dividía el territorio del Sur con los del Oeste, sentía ganas de continuar, quería tentar a su suerte y encontrarlo de nuevo, volver a enfrentarse cuerpo a cuerpo, así que continuó caminando.

Mojó su cuerpo y sintió como el agua recorría cada parte de su cuerpo, como si de la misma forma pudiera limpiar su alma.
Se levantó y se secó, tomo sus ropas y salió, caminaba por la aldea pero nada parecía llamar su atención, quería salir de ahí, ir a aquel lugar tan íntimo, donde podría encontrarlo, a Yuya.
Respiró profundo, estaba por intentar escapar cuando un sirviente de Yamada lo vio y lo llamó.
-Chinen, ¿A dónde vas?-
-Voy a salir-
Respondió con tranquilidad mientras se cruzaba de brazos, demostrando superioridad con la mirada.
-Últimamente Yamada-san no está contento de saber que sales a cada rato, por hoy será mejor que permanezcas en la aldea ¿Entendiste?-
Chinen no pudo evitar el sonreír sarcásticamente.
-Tú no eres nadie para darme ordenes, sé bien lo que debo hacer y Yamada-san está consiente de ello, así que no me molestes y ve a hacer tus deberes-
Sin embargo aquel sirviente no iba a quedarse callado.
-Ni siquiera perteneces a ésta aldea, eres un asesino del cual el señor Yamada tuvo piedad, no tienes derecho a estar aquí, deberías largarte y buscar tu propio camino-
Aquello lo molestó bastante, aquel sujeto no tenía idea de nada y no tenía derecho de juzgarlo, no cuando ya tenía suficiente con su carga de conciencia, estaba a punto de responderle cuando alguien llego a interrumpir.
-No lo molestes y ve a hacer tus cosas, Chinen sabe lo que hace-
Aquel que se acercó fue Nakajima, sin poder defenderse, el sirviente se marchó.
-¿A dónde pensabas ir?-
Le preguntó el alto con curiosidad, Chinen lo miró, se sintió apenado, puesto que el día anterior lo había visto con Yamada en una situación incomoda.
-Como siempre, a vigilar los alrededores-
-Sé bien que una de tus habilidades es vigilar, eres ágil para moverte, pero en caso de un ataque, tu mayor virtud es el combate, serás mas útil aquí, así que trata que tus rondas no duren demasiado-
Para Chinen, era extraño, Nakajima le hablaba con normalidad, sin hipocresías, sin malas caras, al contrario, tan natural y amable como le hablaba al resto.
-Esta bien-
Respondió mientras se atrevía a mirarlo fijamente. Se hizo el silencio, muy incomodo, de alguna manera, Chinen sentía que debía decir algo.
-Perdón por… lo que viste ayer…-
Nakajima observó la expresión de vergüenza en el rostro de Chinen y de alguna forma lo compadeció, después de todo entendía perfectamente que solo era un capricho de Yamada.
-Descuida, creo que no te importó que llegara a… interrumpir-
Era inevitable sentirse apenado al hablar de aquello.
-A decir verdad… me alivió que lo hicieras-
Respondió Chinen, diciendo lo último en voz baja, pero perfectamente audible para Nakajima.
-¿No te gusta lo que te hace?-
Los ojos de Chinen se abrieron sorprendidos, Nakajima lo miró con compasión, fue entonces que tan solo negó con la cabeza.
-Antes me daba igual… pero ahora… no creo poder tolerarlo más… no me gusta…-
Era la primera vez que podía ser sincero con respecto a ese tema.
-Entonces no lo permitas, dile con firmeza que no, se enojará pero no puede obligarte-
Nakajima no podía odiarlo, después de todo solo era alguien que se veía afectado por los caprichos de Yamada.
-Gracias por la ayuda-
Sonrió Chinen, Nakajima hizo lo mismo.
-Ve a hacer tus deberes, yo también tengo algo que hacer-
Así, ambos se despidieron y se separaron.

Yamada se había quedado dormido, sumergido en sus recuerdos, en los brillantes días de su pasado. Hasta que el ruido de unos pasos lo hizo despertar, más sin embargo no abrió los ojos, solo se mantuvo atento al sonido tan familiar, sabía perfectamente de quien podía tratarse. Respiró profundo, tal vez para fingir que estaba profundamente dormido, el sonido de aquellos pasos desapareció y de pronto, sintió una cálida mano acariciar su rostro, esa sensación, cuánto la había extrañado, y sin embargo no dejaba de traerle dolor.
Abrió los ojos lentamente hasta encontrarse con el rostro de Nakajima, observándolo fijamente, como si solo hubiese esperado el momento en que al fin lo mirara.
-Estabas fingiendo, sabías que era yo-
Le dijo con voz suave, sin embargo, de un solo movimiento, Yamada alejó la mano de Nakajima y se reincorporó para quedar sentado.
-No estaba seguro, ¿Qué quieres?-
Era evidente que mentía, sin embargo no quería mostrarse débil, no ante él.
-¿Qué has pensado hacer?-
Preguntó Nakajima con tono serio mientras tomaba asiento frente a él, pensó en regañarlo, pero no lo hizo.
-¿A que te refieres?-
-Después de tu último e imprudente ataque, no has hecho ningún movimiento, ningún plan, ¿Qué sigue ahora? Piensa que pueden aprovecharse de que no estamos planeando nada y atacar, estamos vulnerables ante ellos-
Yamada odiaba darle la razón a Nakajima, pero esta vez era inevitable aceptarlo.
-Reúne a los soldados que siempre planeaban junto a mi padre, esto necesita trabajarse en grupo-
Nakajima sonrió.
-Al fin dices algo sensato, de acuerdo, los traeré enseguida-
-También encárgate de que Morimoto esté haciendo su trabajo, ese niño aún comete demasiados errores-
-Eso es porque no te das la oportunidad de ver sus esfuerzos, pero esta bien, lo vigilaré-
En ese momento Nakajima se puso de pie, se reverenció y se fue, cerrando suavemente la puerta tras de si, de nuevo, al haberse quedado solo, pudo respirar profundamente.
-Esto es todo lo que puedo hacer, todo lo demás lo he perdido-
Se dijo mientras cerraba los ojos e intentaba tranquilizar a su corazón, el cual no dejaba de latir debido a la presencia de Nakajima.

Se habían infiltrado con éxito, caminaban por la aldea hasta que alguien les indicó en donde debían dejar la carga, lo hicieron y mataron a los soldados que resguardaban la bodega.
-Pónganse sus ropas, eso nos ayudará-
Ordenó uno de ellos y prosiguieron.
Ahora iban vestidos como cualquier combatiente, incluso portaban una espada, nadie notaba que no eran de ahí, ahora solo quedaba una cosa, buscar a Arioka.

-¿Qué acaso piensas holgazanear todo el día?-
Gritó Morimoto mientras observaba a Okamoto arriba de un árbol.
-No holgazaneo, solo relajo mi cuerpo, tengo un buen presentimiento-
Respondió mientras sonreía burlonamente.
-¡Deja de decir tonterías! Serás más útil ayudando con los entrenamientos-
Okamoto bajó de un solo brinco de aquel árbol, sin rasguño alguno, miró al menor y le dijo.
-¿Acaso no puedes hacerlo tú?-
Morimoto pareció indignado y se apresuró a responder.
-Claro que puedo, pero también es parte de tu trabajo aquí-
-Hoy no tengo ganas, regresaré más tarde-
Dicho esto, Okamoto comenzó a alejarse tranquilamente, Morimoto sabía que era inútil tratar de detenerlo, así que solo suspiró cansado y decidió regresar con los soldados. En su camino, no dejaba de mirar curioso a su alrededor, en cada rincón, tenía el leve presentimiento, por no aceptar que era esperanza, de que aquel joven, Yabu.
Se sintió torpe al recordar la forma en la que había acariciado su cabeza, trató de despejar aquellos pensamientos y enfocarse más en su deber, después de todo, estaba al servicio de Yamada y para él no debía haber nada más importante, definitivamente.

Había caminado lentamente hasta llegar a aquel lugar que era tan especial ahora, sintió el suave pasto sobre sus pies, respiro el aire de alrededor, escuchó el sonido del agua caer, todo era perfecto, maravilloso, inclusive, la luz del sol era diferente, más blanca, más pura.
Miró más a su alrededor y se encontró con aquel árbol, en donde siempre Yuya estaba sentado, con pasos lentos se acercó y tomo asiento, miró al cielo a través de las hojas y después cerró los ojos, con la esperanza de verlo, de sentirlo, de poder respirar su suave aroma una vez más, su anhelo era tan grande que lo inquietaba, sin embargo debía ser paciente.
-¿En que te has convertido, Chinen?-
Se dijo mientras dejaba escapar un pesado suspiro y recargaba su espalda por completo en el tronco de aquel árbol.

-¡Takaki!-
Lo llamó Inoo con cierto resentimiento, pero decidió no darle importancia.
-¿Si?-
-¿A dónde te diriges? Tenemos mucho por hacer, en cualquier momento podemos recibir una orden para movernos-
Le dijo Inoo con la mirada fría.
-Solo voy a que afilen mi espada, no creo que una espada desgastada sirva para los propósitos de Arioka-san, ¿O me equivoco?-
Ambos se miraron con desafío.
-Tienes razón, en cuanto tu espada esté lista te quiero ver junto a los demás, busca a Yabu y a Yaotome, ¿Entendiste?-
Takaki solo asintió con la cabeza, esperó a que Inoo se retirara primero, después continuo con lo suyo.
-¿Para que tanto alboroto?-
Se pregunto mientras miraba hacia el cielo, en realidad no tenía intensión de ir con el afilador, más bien a otro lugar, pero ahora se sentía observado y no podía exponerse ya que eso podría significar una catástrofe, así que no tuvo más opción que continuar con lo que se suponía debía hacer.

Inoo caminó hacia la bodega, debía reportar que la entrega se había realizado con éxito, pero algo no andaba bien.
-¿En donde están los soldados que cuidan este lugar?-
No había nadie alrededor, todo estaba muy extraño, no dejaba de observar cada detalle hasta que dio con algo alarmante.
-Manchas de sangre… algo no anda bien aquí-
Se dijo mientras tocaba aquellas gotas de rojo liquido, definitivamente era sangre y estaba fresca.
De inmediato se puso alerta, necesitaba observar detenidamente a cada persona dentro de la aldea, tenía el presentimiento de que gente no deseada podría encontrarse dentro.
-Tal vez son bandidos-
Se dijo mientras emprendía un recorrido minucioso por la aldea.

-¡No olviden que si pierden su arma perderán su vida!-
Gritó Yabu a los soldados, los cuales respondieron al unísono con un “Si” potente.
-Yabu, tenemos que reunirnos-
Interrumpió Takaki.
-Estoy ocupado-
Lo ignoró Yabu mientras vigilaba el entrenamiento de los soldados.
-Parece importante, dice Inoo que en cualquier momento podría darse una orden-
Yabu se giró para mirar a Takaki, estaba sorprendido.
-De acuerdo-
Takaki observó como Yabu caminaba y les ordenaba a los soldados suspender el entrenamiento, lo cual hicieron y poco a poco se retiraron.
-Solo hay un detalle, no encuentro a Yaotome por ningún lado-
Yabu suspiró pesadamente.
-Ese mono come manzanas debe andar vagando por ahí, busquémoslo-
Takaki quiso reír ante el comentario de Yabu, sin duda alguna ese par eran como hermanos, pero se contuvo y solo lo siguió.
En el camino se toparon con Inoo, el cual se veía acelerado y pálido.
-¿Qué te ocurre?-
Preguntó Yabu.
-Algo no anda bien, al parecer unos bandidos se han infiltrado en la aldea-
-¿Cómo lo sabes?-
Preguntó Takaki.
-Los guardias de la bodega no están y hay rastros de sangre-
-Lo que sea que hayan robado ya deben de estar muy lejos de aquí-
Dijo Yabu mientras se cruzaba de brazos.
-¿Cuánto se llevaron?-
Preguntó Takaki una vez más, Inoo pareció confundido y respondió.
-No lo sé… no ví la bodega-
-Entonces vayamos a ver primero, tal vez sigan ahí-
Tras la sugerencia de Yabu, los tres se pusieron en camino.    
En cuanto llegaron inspeccionaron el lugar.
-Aquí no falta nada, y miren, la carreta esta intacta, ni siquiera se han bajado las cosas-
Observó Takaki, los demás prestaron atención a donde el chico señalaba y en ese instante un escalofrío recorrió la espalda de Inoo.
-Esto no esta bien… no son ladrones, alguien se ha infiltrado en la aldea-
Yabu se apresuró a hablar.
-Tenemos que reunir a todos y buscar, incrementa la seguridad para Arioka, si son del Oeste él debe ser su objetivo-
Inoo asintió y se puso en marcha.
-Tu reúne a los soldados y explica la situación, yo buscaré a Hikaru-
Takaki asintió y salió corriendo.

Había estado caminando por entre los árboles, sigiloso, atento a cualquier ruido que indicara que era observado, pero todo estaba tranquilo, demasiado, fue entonces que se sintió tonto, era evidente que lo estaba buscando y eso lo hacía sentirse vulnerable, no podía andar buscando al enemigo. Sonrió para sí con burla y emprendió el camino de regreso, sin dejar de ser sigiloso y atento, de alguna manera tenía la esperanza de encontrarse con Okamoto en cualquier momento. Pero no fue así, estaba por llegar a la aldea cuando vio a Yabu correr desesperado. Curioso, se acercó a él y preguntó.
-¿Pasa algo?-
-¿En dónde diablos estabas?-
Le preguntó Yabu con enojo y desesperación.
-Solo andaba por aquí cerca-
Mintió Yaotome.
-No importa, alguien se ha infiltrado en la aldea, tememos que sea alguien del Oeste, hay que buscar a cualquier sospechoso y detenerlo, Inoo ya esta reforzando la seguridad para Arioka, si encuentras a alguno no lo mates, recuerda que debemos interrogarlos primero-
Yaotome estiró ambos brazos y dijo.
-Que aburrido, odio sus procesos de captura, todo sería más rápido si lo mato de una vez, pero esta bien, haré lo que pides-
-No sabemos cuantos sean, puede ser más de uno-
Le advirtió Yabu.
-No importa la cantidad, espero que después de capturarlos pueda degollarlos, mi espada se siente sedienta-
Yabu no le dijo nada, tan solo negó con la cabeza. Lo primordial ahora era mantener a Arioka a salvo y atrapar a quienes estuvieran infiltrados y saber sus motivos.

-Arioka-sama, debe entrar, por el momento no es seguro permanecer aquí afuera-
Le dijo uno de los sirvientes, Arioka estaba en un jardín, observando las flores que sus sirvientes tanto cuidaban, escuchar aquello sin duda lo extrañó.
-¿Sucede algo?-
-No es nada grave, pero será mejor que entre, además le hemos preparado un té y no será bueno si se enfría-
Ante la respuesta de su sirviente no tuvo más opción que acceder. Entró en sus aposentos y le sirvieron un poco de té caliente.
De pronto escuchó pasos veloces afuera, algo andaba mal. Quiso salir pero notó que había dos guardias en la puerta, esto definitivamente no era normal.
-Ordeno que me digan lo que está ocurriendo-
Pero los soldados no respondieron y continuaron firmes, al ver lo inútil que parecía preguntar, cerró la puerta y volvió a tomar asiento, quiso tranquilizarse pero no le era posible, había demasiado movimiento en todo el lugar.
Trató de pensar en algo cuando de pronto escuchó un grito, miró hacia la puerta y sus ojos se abrieron de par en par al ver que esta estaba salpicada de sangre, su cuerpo comenzó a temblar, tragó saliva con dificultad y observo como un sujeto, vestido de soldado, abría la puerta y entraba acompañado de otros dos.
-Un placer conocerle, Arioka-san-
Dijo uno de ellos mientras se reverenciaba con burla y ocultaba un poco su espada manchada de sangre.
-¿Quiénes son ustedes?-
Preguntó mientras se ponía de pie y comenzaba a retroceder.
-No será necesario presentarnos, hemos venido por su vida, así que las formalidades salen sobrando-
Dijo otro de los sujetos mientras sonreía burlonamente.

Inoo se sentía desesperado, caminaba rumbo a los aposentos de Arioka cuando una mujer se acercó a él corriendo y llorando.
-¿Qué sucede?-
-Unos hombres entraron y mataron a los soldados que resguardaban a Arioka, he venido después de verlos, necesita ir ahí rápido-
Inoo agradeció la información.
-Dígale a un soldado que llame a Takaki, Yabu y a Yaotome y que se dirijan al lugar, debe darse prisa-
La mujer asintió y salió corriendo, Inoo desenvainó su espada y se puso en marcha lo más rápido posible, definitivamente no iba a permitir que aquellos sujetos cumplieran con su cometido.
Al llegar, escuchó la voz de Daiki.
-¿Quién los envía?-
-Eso tampoco debe saberlo, ya muerto de nada le servirá-
Tras escuchar esto ultimo abrió la puerta de golpe.
-¡¡No se los voy a permitir!!-
Y con furia arremetió contra el que amenazaba a Arioka con su espada, logró derribarlo pero de inmediato los otros dos se lanzaron contra él.
-¡Kei!-
Gritó Daiki mientras presenciaba la evidente desventaja de su sirviente.
-¡Sal de aquí! ¡Corre!-
Le gritó al menor mientras pateaba a uno de los sujetos y evitaba el ataque del otro con su espada, Daiki estuvo a punto de salir pero el otro sujeto se levantó del suelo y lo tomó por la espalda, acercando el filo de su arma peligrosamente al cuello del líder.
-No te atrevas a hacer un movimiento, si no quieres cargar en tu conciencia la muerte de tu amo debes bajar tu espada-
Inoo se sintió furioso, no tenía salida, así que cuidadosamente bajó su espada.
-No te atrevas a hacerle un rasguño-
Lo amenazó mientras lo miraba con odio.
-No estás en la condición de darme ordenes, creo que será divertido darle un poco de dolor mental antes de matarlo, ¿No lo creen?-
Los otros dos sujetos se rieron y acorralaron a Inoo.
-Veamos que sentirá el gran Arioka-san al ver como matamos a su perro fiel-
Daiki quería soltarse pero podía sentir el filo de la espada tan cerca de su cuello, no quería morir, pero tampoco iba a permitir que le hicieran daño a Kei, un nudo se formó en su garganta, no debía llorar, debía ser fuerte, tenía que pensar en algo.
Uno de los sujetos levantó su puño mientras que el otro sujetaba a Inoo por la espalda.
-Esto se va a poner divertido, más te vale que observes muy bien pequeño insecto-
Se dirigió a Daiki mientras le movía bruscamente la cabeza al frente.
Cuando pensó que ya no había salida, la puerta se abrió de golpe, o más bien, fue derribada de golpe y llegaron los refuerzos.
Daiki solo fue capaz de ver a Yaotome entrar velozmente y como se abalanzaba contra uno de los sujetos y lo derribaba fácilmente, después a Takaki derribar al que tenía agarrado a Inoo y por último fue Yabu quien golpeó fuertemente al sujeto que lo tenía aprisionado.
Al sentirse libre, sintió el deseo de correr a los brazos de Inoo, pero se contuvo, después de todo no era apropiado.
-¿Se encuentra bien?-
Le preguntó Yabu mientras terminaba de amarrar al último sujeto.
-Si, estoy bien-
Respondió con dificultad.
-¿A dónde los llevamos?-
Preguntó Yaotome mientras cargaba a uno de ellos con facilidad.
-Por aquí-
Indicó Inoo, quien sin mirar a Daiki, salió del lugar, detrás de él fueron Yabu, Takaki y Yaotome, quienes cargaban con los criminales.
Las piernas le temblaban, respiraba con dificultad así que se dejó caer al suelo de rodillas, había tenido tanto miedo, temía que esos sujetos le hicieran daño a Kei, si los otros no hubiesen llegado… no, no quería ni pensarlo, sin embargo esta vez era imposible contener las lágrimas.

-Los cité para que planeemos algo juntos, hemos estado muy tranquilos desde el último ataque… fallido…-
Aceptó Yamada mientras bajaba un poco la mirada.
-Perdimos hombres, pero así es la guerra, si ha decidido considerarnos es porque está pensando mejor las cosas, lo cual agradecemos y estamos dispuestos a servirle así como servimos a su padre-
Eran dos hombres mayores, ya los había visto antes pero nunca en estas circunstancias.
-Bueno, que proponen. Por lo que puedo decir, han de creer que estamos indefensos y que no tenemos ningún plan y que tal vez volveremos a atacar de sorpresa, no importa como pero nosotros debemos vengar la muerte de mi padre-
Todos estuvieron de acuerdo, se extendió un gran mapa por toda la mesa y comenzaron a analizar tanto posiciones del enemigo y las propias, esta vez, Yamada estaba dispuesto a cooperar lo mejor posible. Nakajima estaba presente, observando cada detalle, sintiéndose aliviado al saber que al menos en ese aspecto, su amo había aprendido a escuchar.
Cuando se sintió cansado, después de unas cuantas horas, los hombres se retiraron, sonrientes, volvían a sentirse seguros.
-Buen trabajo-
Le dijo Yuto mientras le daba una taza de té caliente.
-No lo necesito-
Dijo con fastidio mientras se recargaba por completo en el respaldo de aquella silla y cerraba los ojos.
-Deberías tomarlo, te ayudará a relajarte-
Yamada abrió los ojos y miró fijamente a Nakajima, lo miraba como hace tiempo solía hacerlo y aquello lo llenaba de nostalgia.
-¿Te sientes feliz?-
A Yuto le sorprendió la pregunta, pero sin esperar respuesta, Ryosuke prosiguió.
-Debes estarlo, después de todo tu vida es tan simple-
Dijo estas palabras con pesadez y tomó un poco del té que Yuto le había ofrecido.
-¿Vas a decirme por qué me haces a un lado?-
Preguntó Yuto con tristeza.
-No, ya no es importante para mi, en estos momentos no tengo tiempo de pensar en sentimientos absurdos, tengo a todo un pueblo por proteger, ese es mi deber ahora, lo fue desde que mi padre murió y así será hasta que yo muera-
Dicho esto, se puso de pie y salió de la habitación, dejando a Yuto solo, tratando de comprender el significado detrás de esas palabras.

Hikaru lanzó agua fría sobre los tres sujetos para que despertaran, lo cual sucedió.
-¿Quién los mando?-
Preguntó Inoo mientras se acercaba a uno de ellos, los tres se encontraban amarrados fuertemente y no podían moverse.
-Si no quieren morir lenta y dolorosamente más vale que lo digan-
Dijo Yaotome mientras lamía sádicamente el filo de su espada. Aquellos hombres se aterraron.
-¿Te parece si empiezo a cortar sus pies? Tal vez así quieran hablar-
Insistió Hikaru mientras acercaba su espada a los pies de uno de los sujetos. Los tres temblaban de miedo y al fin uno de ellos logró hablar.
-Somos de la aldea del Oeste-
Inoo se abrió sus ojos con sorpresa.
-¿Los envió Yamada?-
Los tres sujetos se miraron nerviosos.
-S-si-
Dijo uno de ellos.
-¿Los envió a matar a Arioka-san?-
Preguntó Inoo con rabia.
-S-si, las ordenes era llevarnos su cabeza… i-infiltrarnos y matarlo-
Tras semejante declaración, Yabu dijo.
-Esto evidentemente es una cobardía, no esperaba menos de ese sujeto-
-¿Qué haremos?-
Preguntó Takaki, no podía evitar el sentirse nervioso, no quería un combate, no ahora.
-Es evidente, quieren guerra, guerra les daremos. Yabu, sígueme, tenemos que trabajar en una estrategia, Takaki, prepara a los soldados, ponlos al tanto y que esperen nuestras ordenes-
Ordenó Inoo, por último, antes de partir, miró a Yaotome y le dijo.
-Mátalos-
Este sonrió satisfecho, y en cuanto los otros tres se marcharon soltó una carcajada, acercó su espada y degolló a ambos sujetos antes de que pudieran pedir piedad.

Comenzaba a atardecer, había estado ahí todo el día y Takaki no había llegado, bueno, no habían quedado de verse pero tenía la esperanza de encontrarlo.
Miró a su alrededor y una brisa helada acarició su rostro, no tenía un buen presentimiento. Lentamente se puso de pie y miró fijamente al agua caer.
-¿Por qué no vienes?-
Se preguntó Chinen mientras sentía algo extraño en su pecho, algo preocupante.

-Arioka-san, los sujetos han hablado-
Dijo Inoo mientras entraba en su habitación.
-Solo queremos su permiso para movernos-
Dijo Yabu detrás de Inoo.
-¿Moverse? ¿A que se refieren?-
Preguntó Arioka confundido mientras trataba de buscar la mirada de Inoo, el cual al parecer evitaba mirarlo a los ojos.
-Esos sujetos fueron enviados por Yamada para matarlo, tenemos un plan, saldremos al amanecer-
Dijo Inoo con seriedad.
-¿Eh?-
-No tenemos alternativa, querían asesinarlo y eso es una ofensa muy grave mi señor-
Yabu sonaba tan seguro como Inoo, en esos momentos Arioka no podía negarse.
-De acuerdo, háganlo, no olviden su deber, ni sus promesas-
Evidentemente esto último era dirigido a Inoo, quien tan solo se reverenció y salió de la habitación junto con Yabu.
Al verlos partir, Arioka llamó a uno de sus sirvientes.
-Prepara mi traje de batalla, yo iré también-
-Pero señor… usted debe quedarse aquí-
-¿Qué clase de cobarde envía a sus hombres y se queda en casa mientras sus soldados salen heridos? Yo no seré así, es momento de enfrentar lo inevitable, alista mi ropa-
Ordenó Daiki, el sirviente no tuvo opción y obedeció.

Hikaru limpiaba su espada mientras observaba a Takaki hablar con los soldados, cuando terminó se acercó a él.
-Esto se va a poner divertido, al fin tendremos cabezas que cortar-
Takaki no podía compartir el entusiasmo de Yaotome, estaba preocupado, demasiado.
-Ahora vengo, tengo algo que hacer, si preguntan por mi dí que fui a mi casa por algo, ¿De acuerdo?-
Dicho esto, Takaki partió, adentrándose en el bosque.
-Pero tu casa no esta por ahí…-
Dijo Yaotome, pero fue inútil, Takaki ya se había marchado.

Estaba por marcharse, definitivamente Yuya no llegaría, era inútil permanecer ahí por más tiempo, así que giró sobre sus talones, dio el primer paso, cuando de pronto escuchó un ruido, alguien se acercaba, su corazón se aceleró de prisa, podía sentir su aroma acercándose.
Cuando al fin lo vio llegar sintió ganas de correr a su lado, más sin embargo se contuvo al ver la expresión del mayor.
-Así que… aquí estabas-
Dijo Yuya con una débil sonrisa.
-Creí que… también vendrías-
-Quería venir antes pero… no pude-
Yuri observó como el mayor se acercaba a él hasta abrazarlo con fuerza, podía sentir como respiraba agitado, al parecer había llegado corriendo.
-No puedo quedarme mucho tiempo, hay problemas y graves-
-¿Qué sucede?-
Preguntó Yuri mientras se preocupaba.
-No hay mucho que explicar, solo que… tienes que huir, vete lejos de aquí, escapa y yo te alcanzaré después-
Suplicó Yuya mientras se alejaba un poco para tomar el rostro de Yuri entre sus manos.
-¿Por qué?-
-La guerra está por comenzar en serio, al parecer Yamada envió a su gente para matar a Arioka y ahora tenemos planeado atacarlos en cualquier momento, no quiero que estés ahí cuando eso ocurra-
Yuri bajó la mirada, tomó las manos de Yuya, las apartó de su rostro y de un movimiento rápido, lo besó.
Al separarse de él, le dijo en voz baja.
-No puedo huir, si habrá una batalla, debo estar ahí cumpliendo con mi deber-
-Yuri…-
Lo llamó Yuya con suplica mientras trataba de buscar su mirada, pero el menor solo mantuvo la mirada baja.
-Trata de comprender, ¿Acaso tu dejarías a Arioka para huir mientras él es atacado?-
Yuya no respondió, en su lugar abrazó a Yuri con fuerza.
-Yuya… quiero ser tuyo-
Le dijo el menor mientras lo abrazaba con fuerza.

-Saldremos al amanecer-
Indicó Inoo al resto de los soldados, incluidos Yabu y Yaotome. De pronto, Arioka entró y dijo.
-Iré con ustedes, el momento de vengar la muerte de mi padre ha llegado, no puedo quedarme de brazos cruzados, así que yo iré al frente-
Inoo tuvo el deseo de intervenir, pero no era el momento.
-Arioka-san, será mejor que-
-¡No me detengas Yabu! He dicho que voy a ir, denme un informe del plan, quiero saber que movimientos haremos-
La voz de Arioka era firme, todos lo miraron admirados y fue Yabu quien comenzó a explicarle, mientras Inoo apretaba fuertemente sus puños tratando de contenerse.

-Algo va a ocurrir muy pronto-
Dijo Okamoto mientras mordía su manzana.
-¿A que te refieres?-
Le preguntó Yuto, quien estaba sentado a su lado arriba de aquella rama.
-No se, el olor de la batalla puede sentirse en el aire, algo esta por comenzar… se va a poner interesante-
Yuto lo miró preocupado.
-Si tu presentimiento es correcto, llega justo a tiempo, Yamada estuvo viendo planes de ataque y defensa con los soldados mayores-
Okamoto sonrió de lado.
-Que conveniente, si hay una batalla pronto, sé que voy a divertirme-

Ryutaro terminó de preparar la cena y comenzó a servir.
-Hermano, te notó extraño, como si pensaras en otra cosa-
Comentó Shintaro.
-Es tu imaginación, ahora come-
Así, ambos hermanos comenzaron a comer, pero Ryutaro no dejaba de tener un presentimiento, algo no andaba bien, y sin embargo la ganas de ver a Yabu no disminuían.

Chinen y Takaki se separaron un poco, se miraron fijamente y se besaron, esta vez fue un beso completamente diferente al anterior, había deseo en él, un sentimiento que en esos momentos comenzaba a desbordarse y que a partir de ahora no tendría limites.








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Un capitulo más y la cosa se pone intensa nee??
La verdad, lo que siempre salva a este fic son mis bellas notas, siempre anoto lo que quiero para el proximo capitulo así no perder continuidad (al menos eso creo)
Y bueno, vamos llegando al climax, no será un fic eterno como los otros, así que bueno, no esperen muchos capitulos por delante xD
A ver que les parece este, que el siguiente será con más accion :D

sábado, 12 de enero de 2013

[MiniFic] Usagui - Historia 1 "Yo concederé todos tus deseos"




Historia 1: 
“Yo concederé todos tus deseos” 

-Te digo que yo lo vi, era blanco y gordito, ojos rojos, salió corriendo después de que lo encontré, seguramente lo asuste y justo ahora debe estar perdido-
Siguió contando Shintaro.
-Y yo te digo que no vi nada, si hubiese salido corriendo como tu dices lo hubiera visto-
-Seguramente estabas muy ocupado jugando con tu teléfono como siempre haces, te digo que yo lo vi-
-De acuerdo, como digas, no pienso continuar discutiendo una fantasía contigo, yo me voy por este camino, hasta mañana-
Se despidió su amigo rápidamente, dejando a Shintaro aún molesto por no lograr que su amigo creyera en lo que había visto. Sin más que hacer, continuo con su camino hasta llegar a casa, en donde su madre ya lo esperaba.
-Ya estoy en casa-
Saludó mientras se quitaba los zapatos.
-Bienvenido, llegas tarde de nuevo-
Le dijo su madre con un poco de preocupación.
-Lo siento, es que me quedé practicando en la escuela-
Respondió con normalidad mientras se disponía a subir las escaleras para dirigirse a su habitación.
-¿No tienes hambre?-
-Si, solo me daré un baño y bajaré-
Respondió sonriente mientras continuaba subiendo las escaleras.

-¿Qué voy a hacer si no lo encuentro?-
Se preguntó preocupado, a decir verdad estaba perdido, había intentado seguirlo pero al parecer no había resultado, ¿Qué podía hacer ahora?
-Tengo hambre…-
Dijo mientras se sentaba en la banca de un parque y miraba a su alrededor, habían algunos niños jugando, madres conversando entre sí mientras vigilaban a sus hijos.
-Supongo que no habrá problema si vuelvo a mi verdadera forma y consigo algo de comer-
Sonrió entusiasmado mientras miraba cuidadosamente a su alrededor, para lograr transformarse no debía ser visto por nadie, desafortunadamente unos cuantos niños lo observaban curiosos. Intentó sonreírles de vuelta pensando que tal vez así dejarían de verlo pero no dio resultado.
-¿Qué se supone que haga en situaciones así?-
Se preguntó resignado, intentando ignorar los ruidos que su estomago producía por efecto del hambre.

-Gracias por la comida-
Dijo Shintaro mientras recogía sus platos de la mesa para llevarlos a la cocina.
-¿No vas a comer más?-
Le preguntó su madre.
-He comido suficiente, si como más me dolerá el estomago más tarde-
Respondió con una torpe sonrisa.
-De acuerdo, entonces no te molestaré más-
Al escuchar el suspiro pesado de su madre, sabía que debía seguir sonriendo despreocupadamente.
-No me molestas, ¿Quieres venir conmigo al parque? Tal vez un poco de aire fresco te haga bien-
Sugirió Shintaro con entusiasmo.
-No… no quiero salir ahora, si quieres ve tu solo, yo solo voy a limpiar la cocina-
Dicho esto, su madre se puso de pie, Shintaro sabía que ya no había más por decir, solo debía ser paciente, no podía mostrarse afectado frente a su madre por la situación, así que solo caminó hacia la puerta y salió silenciosamente.

-Recuerdo bien su rostro… pero con tanta hambre no tengo fuerzas para buscarlo…-
Se lamentó mientras se recostaba sobre aquella banca.
-¿Qué puedo hacer?-
“-Yuma. Abre bien los ojos-”
Le dijo aquella voz repentinamente.
-Los tengo abiertos-
Respondió un poco desganado.
“-Entonces mira a tu alrededor-”
Lentamente Yuma se reincorporó, miró a su alrededor y para su fortuna ya no había nadie, los niños se había ido.
-Se han ido-
“-Ahora solo regresa a tu forma y come un poco de hierba, te ayudara-”
-¡Gracias!-
Exclamó sonriente y sin pensarlo más, cerró con fuerza los ojos y rápidamente volvió a ser el pequeño conejo de antes.
Bajó velozmente de aquella banca y olfateó un poco el pasto de aquel parque.
“¡Huele delicioso! ¡A comer!”
Exclamo feliz, comenzando a comer rápidamente.

-¿Qué puedo hacer para que el estado de ánimo de mamá mejore? Parece que todos mis esfuerzos son en vano…-
Suspiró resignado mientras llegaba a aquella banca en el parque y tomaba asiento, mirando fijamente al cielo despejado que comenzaba a tornarse naranja, estaba atardeciendo.
-Hermano…-
Susurró mientras luchaba contra las lagrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

Estaba tan concentrado terminando de comer que no se dio cuenta de que había un humano cerca de él, bueno, eso en general no le preocupaba ya que los humanos no podían verlo.
Cuando al fin terminó de comer, con las energías recuperadas, respiró profundo.
“Al fin, sentía que iba a morir si no comía algo”
Dijo mientras pensaba en echarse un rato sobre el suave pasto, hasta que miró al frente, ahora si lo había notado, era un humano el que se encontraba a una corta distancia de él, lo miró detenidamente, se le hacia familiar pero aún no estaba seguro.
“Me acercaré un poco para asegurarme de que sea la persona que estoy buscando”
Así pues con pequeños pasos se acercó a aquella banca, al estar lo suficientemente cerca, levantó la cabeza y miró fijamente.
“¡Es el!”
Gritó victorioso y feliz, ahora solo debía transformarse de nuevo en un humano para comenzar su misión, pero justo estaba por hacerlo cuando las voces de gente lo detuvieron.
“Oh no… no puedo volver a transformarme aquí… necesita ser en un lugar sin gente… pero si me voy ahora tal vez lo pierda de nuevo… necesito pensar”

Tras suspirar profundo, se sintió observado, miró a su alrededor curioso, no había nadie mirándolo, los niños reían metidos en sus propios juegos, pensó que tal vez era su imaginación, cuando sin querer bajó la mirada y para su sorpresa había un conejo sentado a sus pies, mirándolo fijamente.
-Un conejo… ¿otra vez?-
Se dijo confundido, entonces recordó, tal vez no era posible pero se parecía mucho al conejo que había visto en el gimnasio de la escuela.
-¿Acaso eres el mismo de…-
No termino de formular su pregunta cuando el pequeño conejo se echó a correr, pero antes de desaparecer de su vista, se detuvo, como si le estuviese indicando que lo siguiera.
-¿Eh? ¿Quieres que te siga?-
Preguntó torpemente, después de eso la risa de unos niños lo hicieron reaccionar.
-Ya viste, ese niño habla solo-
-Que extraño-
Y continuaron riendo.
Shintaro se sintió avergonzado, pero… ¿En verdad estaba viendo a ese conejo o solo era su imaginación?
Antes de poder continuar pensando en ello, el conejo se acercó un poco a el y con un ligero roce acarició su pierna.
Definitivamente eso se había sentido tan real, justo estuvo a punto de inclinarse para tomarlo cuando de nueva cuenta el conejo se alejó rápidamente y de nuevo se detuvo a mitad del camino para mirar detenidamente a Shintaro.
-¿Quieres que te siga?-
Preguntó de nuevo. Esta vez, para su gran sorpresa el conejo asintió con la cabeza, esto lo sorprendió, definitivamente se estaba volviendo loco o algo parecido, pero ¿Qué más daba ahora? No tenía nada que perder ahora, solo debía seguirlo y averiguar que significaba la aparición de tal criatura que según comenzaba a creer, solo podía ver él.

Yuma corrió tan rápido como sus cuatro patas se lo permitieron, debía encontrar un lugar sin gente para mostrarse ante Shintaro.
“¿Por qué no encuentro un lugar sin tanta gente?”
Se preguntó mientras continuaba corriendo, antes de girar en una calle se detuvo para asegurarse de que aquel niño lo estuviese siguiendo, lo cual al parecer era así.
-¿A dónde me llevas?-
Preguntó agotado mientras juntaba sus fuerzas para continuar corriendo.
“Tengo que encontrar un lugar pronto antes de que se canse de seguirme”
Así, miró rápidamente a su alrededor, justo a pocos metros de distancia había un callejón, solo, completamente solo.
“¡Perfecto!”
Exclamó emocionado mientras continuaba corriendo.

¿Cómo era posible que no pudiera darle alcance a un pequeño conejo? Se sentía un poco tonto pero a la vez curioso.
De pronto observó como aquel conejo entraba en un callejón.
-Supongo que no podrá seguir corriendo, ahí ya no hay paso-
Se dijo mientras juntaba las pocas energías que le quedaban y corrió con más rapidez.
Justo cuando llegó al callejón se asomó con precaución.
-¿En donde estás? Ya no tienes salida… ¿Por qué hablo como si lo hubiese estado persiguiendo?-
Se dijo torpemente, de pronto escuchó un extraño ruido al fondo del callejón.
-¿Estás ahí?-
Preguntó un poco asustado.
-Si, espera un segundo…-
Escuchó una voz al fondo… ¿El conejo podía hablar? 
Estaba asustado, no era normal, además aquella voz era muy grave como para pertenecer a un pequeño conejo. Una parte de él deseaba salir corriendo pero sus piernas simplemente no respondieron.
De pronto, salió un chico más alto que él, lo miró asustado, ¿De qué se trataba todo esto?
-¿Quién eres tú? ¿Qué le hiciste al conejo?-
Preguntó Shintaro mientras retrocedía un poco.
-Mi nombre es Yuma, mucho gusto. Yo soy el conejo, solo que para poder comunicarme contigo debo convertirme en humano-
Aquel chico, Yuma, hablaba tan seguro y tranquilo, era imposible que Shintaro pudiera creer semejante locura.
-Ya no soy un niño que cree en esa clase de cuentos, dime la verdad. ¿Qué le hiciste al conejo?-
Yuma parpadeo confundido un par de veces.
-Yo soy el conejo, no te miento, no puedo mentirte, sería muy grave-
-¿Grave? ¿De que hablas?-
Shintaro comenzaba a pensar que aquel chico debería estar mal de sus facultades mentales.
-He venido a este mundo con una misión importante, solo puedo servirle a aquel humano que logre verme, porque mi deber es hacerlo feliz. Yo, concederé todos tus deseos-
Dicho esto, Yuma hizo una reverencia muy elegante, Shintaro no dejaba de sentirse engañado, esto tenía que ser una broma de mal gusto.
-No sé quien te haya mandado a hacerme semejante broma, pero no voy a caer, así que mejor déjame en paz-
Shintaro le dio la espalda, estaba dispuesto a marcharse, cuando Yuma lo tomó del brazo y lo detuvo.
-No puedes irte así, tienes que llevarme contigo-
-¡No voy a llevar a mi casa a un extraño y loco!-
Exclamó Shintaro mientras se soltaba del agarre de Yuma.
-Pero si no estoy a tu lado no podré cumplir con mi importante misión-
Yuma lo miraba suplicante.
-¿Qué debo hacer para que me creas?-
Preguntó desesperado.
-Esto es una completa tontería… en serio-
Shintaro suspiro y sonrió sarcástico.
-De acuerdo, voy a convencerte, pero primero tienes que cerrar los ojos-
-No voy a cerrar los ojos, esto es una pérdida de tiempo-
Una vez más, Shintaro estaba dispuesto a marcharse.
Yuma estaba desesperado, ¿Qué podía hacer ahora?
“-Yuma. No te preocupes, puedes transformarte frente a él, pero sólo frente a él. Solo así confiara en ti-”
Le dijo aquella amable voz, Yuma sonrió y suspiró aliviado. Miro al frente y Shintaro estaba casi por salir del callejón.
-¡Espera!-
Lo llamó, Shintaro se detuvo y se giró de mal humor.
-Ya te dije que-
En seguida, una luz envolvió el cuerpo de aquel chico, se volvía intensa a cada segundo hasta que de pronto tuvo a ese suave y blanco conejo frente a él.
No podía creerlo, era cierto, ése chico era el conejo… ¿Cómo podía ser posible?
-¿En verdad eres tú?-
En forma de respuesta, el conejito asintió con la cabeza.
-Esto es increíble… no puede ser real… tiene que ser un sueño-
Shintaro sacudió su cabeza, miró de nuevo a aquel conejo, trataba de asimilar lo sucedido, simplemente no podía creerlo.
De nueva cuenta, la misma luz apareció y de nuevo el conejo se convirtió en aquel chico.
-¿Ahora crees en mi?-
Le preguntó con curiosidad mientras sonreía.
-Si… eso creo… supongo…-
-Solo puedo transformarme frente a ti, así que debes guardar el secreto, como conejo nadie puede verme más que tú, pero en mi forma humana cualquiera puede notarme-
Shintaro hacía lo posible para asimilar toda esa información sin creer que estaba delirando.
-Dices que vienes a cumplir una misión, la cual es ¿Hacerme feliz?-
-¡Así es!-
Exclamó Yuma sonriente. Shintaro miró a su alrededor y después miró fijamente al chico.
-¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué no alguien más?-
-Bueno, eso no lo sé bien, solo sé que nos envían a aquellas personas que cargan con una pena en su interior y antes de que dejen de sonreír de verdad, de que pierdan toda esperanza, llegamos a esas personas y hacemos lo posible para hacerlos creer de nuevo-
Shintaro bajó la mirada.
-Sin embargo, tenemos limites-
Continuó Yuma.
-¿Limites?-
-No podemos hacer ciertas cosas, por ejemplo, matar a alguien, causar odio o cualquier otro sentimiento que deba darse de forma natural, tampoco podemos revivir a nadie ni invocar almas-
-Si no puedes hacer todo eso, entonces ¿Qué es lo que puedes hacer?-
Yuma sonrió.
-Bueno, si tienes ganas de un helado, puedo darte uno-
Tras decir esto, Yuma chasqueó los dedos y un helado apareció frente a Shintaro, los chasqueó una vez más y el helado desapareció.
-Si quieres conocer otro país-
Chasqueó los dedos y aparecieron en Nueva York, los volvió a chasquear y regresaron a Tokio.
-En pocas palabras, solo puedes dar cosas materiales ¿No es así?-
-Puedo hacer todo lo que te de diversión, puedo escucharte cuando lo necesites y apoyarte en todo, ese es mi propósito-
Shintaro lo miró fijamente y sonrió débilmente.
-Es una pena que tengas limitantes, pero es un alivio saber que alguien ha venido de otro mundo para ser mi amigo, para estar conmigo, la verdad es que si lo necesito-
Yuma le sonrió ampliamente y sacudió sus cabellos con una mano de forma juguetona.
-Tal vez no sea mucho mi poder mágico, pero vengo a ser tu amigo, lo que necesites lo seré para ti, hasta que llegue el día en que no me necesites, entonces me iré-
-¿Irte? ¿A dónde?-
-Al lugar al que debí haber ido desde hace mucho, mi hogar no es el bosque mágico, yo debo estar en otro lugar, pero aún no sé en donde-
-¿Y cuanto tiempo estarás conmigo?-
Preguntó Shintaro con la mirada triste.
-El tiempo que sea necesario, el día que seas feliz de verdad, que puedas sonreír radiante, entonces ese día desapareceré-
Explicó Yuma.
-¿Y que pasará después? ¿Te olvidaré para siempre?-
-No, eso no va a suceder, yo viviré en tus recuerdos como un amigo de la infancia tal vez-
Shintaro sonrió.
-¿Puedo creer en ti?-
Preguntó mientras lo abrazaba fuertemente. Yuma sonrió y lo abrazó de vuelta.
-Claro que puedes, yo estoy en este mundo por ti-
Permanecieron abrazados unos minutos, comenzaba a hacer frío y eso solo indicaba que ya era tarde.
-Es hora de volver a casa-
Dijo Shintaro mientras se alejaba de Yuma.
-Tengo que ir contigo-
-¿Pero cómo?-
-Fácil, solo debo volver a ser un conejo y podré entrar en tu casa sin problema-
Yuma sonrió al mismo tiempo que Shintaro, la idea era genial.
-Entonces, volvamos a casa-
Así, ambos se tomaron de la mano y emprendieron el camino rumbo a la casa de Shintaro.

Después de haber sido regañado por su madre, Shintaro subió a su habitación tras haberse disculpado.
Ya estando encerrado y seguro de que su madre no lo molestaría, le indicó al pequeño conejo que podía transformarse, y así lo hizo.
A pesar de que ya lo había visto una vez, aún le parecía algo increíble, fantástico.
-¿Quieres algo de comer?-
Le preguntó Shintaro.
-No, estoy bien por ahora, solo hay algo que necesito-
-¿Qué es?-
-Aún no me has dicho tu nombre-
-¿No puedes saberlo con tu magia?-
Yuma sonrió torpemente y respondió.
-Te dije que mi magia no era tan poderosa, por eso es importante presentarnos, yo ya lo hice hace rato, es tu turno-
-Mi nombre es Shintaro, Morimoto Shintaro-
-Es un placer, Shintaro-
Ambos sonrieron.
-Igualmente, Yuma-
-Me alegra que recuerdes mi nombre-
Dicho esto, Yuma dejó salir un gran bostezo.
-Creo que estas cansado, iré por un futón para que puedas dormir cómodo-
-Descuida, puedo dormir donde sea, no tengo que dormir con esta forma humana-
De nuevo, Shintaro observó como Yuma volvía a su forma animal.
-Entonces solo me pondré mi pijama, espera un momento-
Dicho esto, abandonó la habitación. Minutos más tarde volvió con ropa diferente, lo que él había llamado pijama.
-Yuma, ven-
Lo llamó mientras acomodaba las cobijas de su cama para dormir. Yuma obedeció y subió donde Shintaro le había indicado. Después el menor apagó la luz y quedó encendida una pequeña lámpara cerca de la cama.
-Buenas noches-
Le dijo con voz suave, apagó la lámpara y se acomodó entre las cobijas, poco después se quedó dormido, con el pequeño conejo acurrucado en sus pies.

Al día siguiente despertó por el estruendoso sonido de su alarma, era hora para levantarse e ir a la escuela.
Yuma no estaba acostumbrado a despertar de esa forma así que se ocultó asustado debajo de la cama. Shintaro salió de la cama, bostezó y estiró ambos brazos, notó que el conejo ya no estaba en la cama.
-¿Yuma? ¿En dónde estás?-
Preguntó preocupado mientras miraba a su alrededor, fue entonces que logró visualizar el esponjoso rabito del animal, estaba oculto debajo de la cama.
-Yuma ¿Qué haces ahí?-
Shintaro observó como el pequeño conejo temblaba, parecía asustado, así que lo tomó con ternura y lo colocó en su regazo mientras lo acariciaba.
-¿Te has asustado del despertador?-
El conejito asintió con la cabeza, sintiéndose de nuevo a salvo dio un brinco y en un instante volvió a su forma humana.
-Buenos días-
Le sonrió Shintaro.
-Buenos días, lo siento, ese ruido extraño me asustó, con las orejas tan largas los ruidos son más fuertes de lo que te imaginas-
-¿Vas a quedarte de esa forma?-
Preguntó el menor sintiendo un poco de preocupación, su madre no tardaba en subir para decirle que el desayuno estaba listo.
-¿No puedo?-
-E-esta bien, yo tengo que bajar a desayunar, antes de irme a la escuela te traeré algo, mientras debes permanecer aquí y no salir, ¿Entendido?-
Por un momento Shintaro sintió que le hablaba a una mascota, sin embargo le hablaba a la forma humana de aquel conejo.
Yuma rascó su cabeza confundido, se sentó sobre la cama y miró como Shintaro buscaba su uniforme.
-¿Vas a salir?-
Preguntó con cierta tristeza, no le gustaba la idea de tener que quedarse solo.
-Tengo que ir a la escuela, no puedo faltar por el hecho de tener un conejo mágico, de todas formas volveré en la tarde, mi mamá se queda en casa así que no debes salir de aquí hasta que llegue-
-Pero tengo que estar a tu lado, si te acompaño en mi forma original nadie va a notarme, necesito estar contigo en todo momento-
Shintaro terminó de acomodarse la corbata, tomó su mochila y miró a Yuma, el cual tenía un brillo especial en los ojos, suplicante.
-De acuerdo, pero no esperes que hable contigo, si nadie puede verte pensarán que estoy loco, solo no causes problemas y todo estará bien-
Yuma sonrió contento y volvió a su forma animal en un instante.

Desayunó sin mayor problema, el conejito estaba sentado sobre sus piernas y eso le ayudaba a alimentarlo sin que su madre lo notara, bueno, no es que su madre notara muchas cosas.
Cuando iba rumbo a la escuela, el conejito hacia lo posible para seguirle el paso, en el autobús de nuevo se sentó sobre las piernas del niño y disfrutó del viaje. Aquello le traía recuerdos, después de todo él ya había vivido aquello, lo sentía.
Cuando llegaron a la escuela, Yuma corrió con sus pequeñas cuatro patas hacia el jardín de la escuela, Shintaro lo observó y entendió que el pequeño lo esperaría ahí, así que continuo con su camino.
“Esto es muy grande, me servirá para esperar a que el vuelva”
Dijo el pequeño conejo mientras caminaba despacio entre el suave pasto.
“-¿En verdad vas a quedarte ahí toda la mañana?-”
Le preguntó aquella voz tan gentil.
“No puedo entrar, seguramente estará ocupado”
“-Eso lo sabes muy bien, ¿Cierto?-”
“Tengo una ligera idea, creo…”
Dijo el conejito mientras se quedaba quieto y miraba hacia el edificio que era la escuela y escuchó sonar la campana.
“-Bueno, es algo que si no recuerdas no pasa nada, será mejor para ti permanecer así, recuerda que tienen un descanso y puedes aprovechar para transformarte, copiar la ropa de alguno de los niños y poder estar con él, ahora más que nunca necesita un buen amigo que lo escuche-”
Yuma asintió y miró fijamente al cielo.
“-Cuando suene la campana por cuarta ocasión significa que es la hora del descanso, esa será tu señal-”
“De acuerdo, mientras esperaré”
Fue así que el conejito se quedó sentado, mirando ahora hacia los salones, esperando el momento adecuando para volver a transformarse y estar con Shintaro.

Las clases transcurrían, no se sentía inquieto puesto que nadie, además de él, podía ver a Yuma en su forma animal, solo esperaba que no se le ocurriera transformarse en humano y buscarlo a mitad de clase.
Miró un poco inquieto por la ventana pero todo parecía tranquilo, podía ver a lo lejos una esponjosa criatura, estaba seguro de que era él.
“-Supongo que lo prefiero en forma humana, no es muy cómodo tener que hablar con un conejo-”
Pensó mientras dibujaba un garabato en su cuaderno.
Poco después llegó la hora del descanso, fue a comprar su almuerzo y pidió un poco extra para alimentar a Yuma, tenía que ir a donde se encontraba.
-¡Shintaro!-
Al escuchar su nombre se giro y vio a su amigo acercarse.
-Vamos a jugar un poco mientras termina el descanso, ¿Quieres unirte?-
-Lo siento, tengo que estudiar, será en otra ocasión-
Así, el chico se alejó con su almuerzo que estaba en un recipiente de plástico, como los venden en las tiendas.
Estaba dispuesto a caminar hacia el jardín de la escuela cuando alguien lo detuvo, tomándolo del hombro, asustado se giró y casi suspira de alivio.
-Hola-
Lo saludó Yuma con una amable sonrisa.
-¿Qué haces aquí así?-
Preguntó Shintaro nervioso mientras miraba a su alrededor.
-Solo será mientras dura el descanso, copié muy bien el uniforme así que nadie lo notará-
-¡Claro que van a notarlo! ¡Ven!-
Así, le indicó que lo siguiera escaleras arriba, su plan era ir a la azotea del edificio, nadie almorzaba ahí, así que era perfecto.
-Vaya, que buen lugar-
Comentó Yuma mientras caminaba y miraba a su alrededor.
-Es tranquilo cuando necesitas estar a solas-
-¿Has querido estar a solas muy seguido verdad?-
Ante la pregunta de Yuma, solo pudo bajar la mirada.
-Te compré algo, pensé que tendrías hambre-
-No mucha, estuve comiendo algo doy hierba, pero no puedo despreciar nada de comida, va en contra de mis principios-
Shintaro no pudo evitar el reír a carcajadas.
-¿Hablas de principios? Eso es raro-
-¿Por qué?-
Preguntó Yuma confundido mientras observaba a Shintaro tomar asiento en el suelo.
-No sé, suena raro, pero esta bien, supongo que no tiene nada de malo, mejor siéntate y come un poco-
Yuma obedeció y Shintaro le dio comida.
-¿Cómo supiste que era la hora del descanso?-
-El árbol mágico me lo dijo, se comunica conmigo cuando necesito ayuda, aunque igual ya lo sabía, no sé porque…-
Shintaro observó el rostro pensativo de Yuma.
-¿Habías asistido a la escuela antes?-
Yuma miró a Shintaro con seriedad.
-No lo se…-
-¿Cómo no vas a saberlo? No creo que los días de escuela sean algo que se olvide fácilmente, más si hablamos de temporada de exámenes-
Shintaro sonrió burlonamente, pero Yuma se mantuvo inexpresivo.
-No se porque eso me suena familiar, seguramente es parte de un sueño-
Yuma desvió su mirada hacia el cielo, al parecer quería entender el porque de su sensación de nostalgia.
-¿Te sientes mal?-
Preguntó Shintaro preocupado.
-Estoy bien, creo que me estoy dejando llevar por otras cosas. Cambiando de tema, dime, ¿Qué te ha hecho querer estar a solas en este lugar?-
Ahora la mirada de Yuma proyectaba curiosidad.
-Bueno, como pudiste notar esta mañana, mi mamá no es una mamá normal, luce distraída, triste todo el tiempo, sin ganas de nada, pero ella no era así, comenzó a comportarse así desde hace dos años, igual mi papá, casi no va a la casa, se la pasa encerrado trabajando en su oficina, las cosas en casa no son fáciles, pero tengo que sonreír por mamá, tengo que hacerla feliz de nuevo… pero a veces ya no sé como hacerlo-
Shintaro bajó la mirada y perdió el apetito.
-¿Pasó algo malo?-
Preguntó Yuma, intentando buscar la mirada del menor, quien tan solo asintió con la cabeza.
-Es mi hermano… murió hace dos años en un accidente, mamá y papá no dejan de sentirse culpables, era mi hermano mayor-
Yuma acercó su mano a la cabeza de Shintaro y le dio unas palmaditas.
-Que alguien muera en un accidente es inevitable, pasa todo el tiempo-
-Lo sé… pero no tenía que pasarle a mi hermano, él era el orgullo de mis padres y ahora solo representa una profunda tristeza que no se borra ni un poquito, yo también lo extraño, me cuidaba, me apoyaba, era el mejor hermano que jamás pude haber pedido, él no merecía morir así…-
Shintaro comenzaba a temblar, apretó los puños e intentaba tragar el nudo en su garganta.
-No te contengas, si quieres llorar-
Le dijo Yuma con voz suave, se acercó a él, lo abrazó con ternura y le susurró al oído.
-Puedes hacerlo, nadie va a verte-
Shintaro ya tenía experiencia en contener el llanto, había sido su recurso para animar a sus padres, pero justo en ese momento todo el llanto contenido en su corazón brotó desesperado, se aferró al cuerpo de Yuma y lloró desconsolado.
Sin que el menor lo notara, Yuma chasqueó los dedos y el tiempo se detuvo, necesitaba que Shintaro tuviese el tiempo necesario para desahogarse por completo, así que eso fue lo que le dio, tiempo.
-Es por eso que te preocupó cuando te dije que no puedo convocar almas o revivir muertos, ¿Verdad?-
Shintaro, quien aún lloraba, asintió con la cabeza.
-Debes entender que no sería natural ni justo para las demás vidas, se rompería el equilibrio y podría terminar en una catástrofe, pero déjame decirte una cosa, en donde quiera que este, yo te aseguro que tu hermano está bien, seguramente es un lugar más hermoso que el bosque mágico, así que por ahora, tu debes ser muy valiente, no te reprimas, si quieres llorar tienes que hacerlo, pero también tienes que salir adelante, porque tu vida y la de tus padres continua en este mundo-
Shintaro no podía hablar, aún lloraba y se aferraba al cuerpo de Yuma, éste solo le dio unas palmaditas en la espalda mientras sentía como su hombro se humedecía cada vez más.
-¿Me ayudarías a ser valiente?-
Preguntó Shintaro, alejándose del cuerpo de Yuma mientras se limpiaba torpemente los ojos con una mano.
-Puedo apoyarte en el proceso, solo eso-
Shintaro se sentía tan seguro, tan protegido, como hace tanto no se sentía, dejó que la última lágrima cayera y se separó de Yuma.
-Gracias-
Le dijo con una débil sonrisa, se sentía cansado, después de todo nunca había llorado tanto, al menos no en mucho tiempo.
Yuma solo le sonrió de vuelta y le revolvió los cabellos con una mano.
-Ah… olvidé que debo volver a clase… debe ser tarde-
Dijo Shintaro mientras se ponía de pie.
-No puedes irte sin terminar de comer primero-
Le indicó Yuma con seriedad.
-Puedo comer después, tengo que volver, seguramente la clase debe estar por terminar-
En ese momento Yuma sonrió y se puso de pie.
-En realidad, el descanso continua, mira-
Dicho esto, Yuma chasqueó los dedos y el tiempo continuo avanzando justo en donde se había quedado, Shintaro estaba completamente sorprendido.
-¿Detuviste el tiempo?-
Preguntó aún sin creerlo. Yuma asintió.
-Lo necesitabas, así nada podría interrumpir, ¿No crees?-
Shintaro sonrió ampliamente y se acercó a Yuma para abrazarlo una vez más.
-Muchas gracias-

Gracias a la ayuda de Yuma, sentía su corazón más ligero, se sentía tranquilo, aliviado, además, no se había perdido ninguna clase, lo cual resultaba de gran ayuda.
Cuando sus clases terminaron, se apresuró a guardar sus cosas, quería divertirse y sabía que su pequeño conejo podía ayudarle, después de todo podía concederle sus deseos, aunque no quería ser egoísta, pensaba en algo que podría divertirlos a los dos, ¿Pero que podría ser?
Al salir, vio al pequeño conejo recostado debajo de un gran árbol, sonrió y se acercó a él, cuidando no ser visto, lo acarició gentilmente y este despertó.
-Es hora de marcharnos-
Le susurró y después emprendió el camino, por un instante tuvo el presentimiento de que el conejo no lo seguía, así que se detuvo y miró a su alrededor.
-¿En dónde está?-
Se preguntó un poco asustado, no podía perderse, no se había alejado demasiado y además trató de caminar lentamente. Poco después, para su sorpresa, Yuma se acercó a él.
-¿Qué haces?-
Preguntó curioso al ver como Shintaro miraba de un lado a otro.
-¿Eh? ¿Cómo? ¿En dónde te has-
-Me escondí detrás de ese muro, nadie me notó así que no hay problema, supongo que puedo volver de esta forma ¿No?-
Shintaro sonrió y asintió, Yuma tomó su mano y ambos comenzaron a caminar tranquilamente.
-¿Hay algo especial que quieras ahora?-
Ante la pregunta de Yuma, se quedó pensativo mientras ambos se detenían en la esquina de la calle esperando a que el semáforo les indicara que podían cruzar.
-No lo sé, había pensado en algunas cosas pero ahora lo que tengo es hambre- 
-Entonces, ¿Qué quieres comer?-
Shintaro levantó la mirada.
-¿Qué es lo que más te gusta comer a ti?-
Yuma se quedó pensativo, después respondió con seguridad.
-Hierba fresca-
Shintaro no pudo aguantar y soltó una carcajada.
-No creo que esa sea una buena idea, ¿Te gusta el okonomiyaki?-
Una vez más, Yuma no respondió de inmediato, aquella palabra le sonaba familiar, pero no estaba seguro.
Shintaro observó curioso la expresión de Yuma y le dijo.
-Llévame a Osaka-
-¿Eh?-
-Ese es mi deseo de hoy, quiero ir a Osaka-
Yuma sonrió, chasqueó los dedos y en menos de un segundo ahí se encontraban.
-¡Increíble!-
Exclamó Shintaro con ilusión.
-Es la segunda vez que vengo por aquí, creo que aún recuerdo como llegar al lugar indicado-
-De acuerdo, entonces te seguiré-
Le dijo Yuma con una sonrisa, volvieron a tomarse de la mano y caminaron.
-Ah, conozco éste lugar…-
Dijo Yuma con asombro.
-Es por aquí-
Le indicó Shintaro, y después de caminar por entre las calles, mirando los alrededores, llegaron a un restaurante de apariencia muy sencilla pero que olía delicioso.
-Aquí vamos a comer okonomiyaki-
Sonrió Shintaro, Yuma asintió y ambos entraron al lugar.
-Señora, quiero un okonomiyaki de queso-
Pidió el menor mientras tomaba asiento frente a una de las mesas con parrillas, Yuma hizo lo mismo y la señora se acercó a ellos.
-¿Solo uno?-
Shintaro miró Yuma, pensó que tal vez no sabría que pedir así que trató de adelantarse.
-Será uno igu-
-Yo quiero uno de camarón-
Pidió Yuma con mirada distante, al parecer solo miraba fijamente la parrilla. La señora tomó nota y poco después estuvo de vuelta con los ingredientes, los dejó sobre la mesa y se fue.
-Así que ya has probado el okonomiyaki-
Sonrió Shintaro.
-Eso creo-
Dijo Yuma, después, como si de algo natural se tratara, comenzó él mismo a preparar ambos okonomiyaki.
-¡Eres un experto!-
Exclamó Shintaro. Sin embargo Yuma no dijo nada, estaba tan concentrado y a la vez se sentía tan extraño.
-Además de poder hacer magia también sabes preparar okonomiyaki, supongo que ya no habrá nada que me sorprenda de ti-
Yuma sonrió torpemente ante el comentario de Shintaro.
-Honestamente, no sé como es que pude prepararlos… solo parecía algo… natural en mi…-
Shintaro observó la expresión confundida de Yuma.
-Tal vez hay cosas que no recuerdas bien-
-A decir verdad, solo esta en mi memoria, con claridad, el día que llegué el bosque mágico, todo lo demás son cosas borrosas-
Yuma trató de no pensar mucho en ello, pero Shintaro se sentía intrigado.
-Una vez me dijiste que tu no pertenecías a ese bosque mágico del que hablas, que tu deberías estar en otro lugar, ¿No será acaso que deberías estar en este mundo?-
Ante la pregunta del menor se quedó pensativo.
-No lo se… no lo creo-
Ambos se quedaron en silencio, Yuma volteó uno de los okonomiyaki y supo que estaba listo.
-Será mejor comer ahora, algún día encontraré la respuesta, esa no es mi prioridad después de todo-
Shintaro observó la sonrisa radiante de Yuma.
-De acuerdo, entonces comamos-

Durante la comida encontraron otro tema de conversación, el cual era dominado por Shintaro, no dejaba de hablar de cosas de la escuela, sus compañeros, las tonterías que hacían y demás, Yuma lo escuchaba atento y al imaginar cada cosa no podía evitar el sonreír.
Cuando terminaron, salieron y Shintaro miró a su alrededor.
-¿A dónde será bueno ir?-
Yuma respiró profundo, miro el cielo, estaba despejado y asoleado, fue así como tuvo una fugaz idea.
-¿Te gustaría ir a pescar?-
Shintaro lo miró sorprendido.
-¿Pescar? ¿Sabes pescar?-
-Ah… creo que si-
Yuma parecía confundido de nuevo.
-¿Y cómo iremos a pescar? No tengo el dinero suficiente para rentar una lancha…-
Ante la preocupación de Shintaro, Yuma tocó su cabeza con ternura y sonriendo le dijo.
-¿Y para qué crees que estoy aquí? Solo tienes que decirlo-
Shintaro sonrió ampliamente.
-¿Puedes aparecer una lancha?-
-Claro que puedo-
-¿Y las cañas de pescar también?-
-Por supuesto-
Afirmó Yuma con orgullo, fue así que ambos emprendieron el camino hacia el muelle más cercano, el cual, para sorpresa de Shintaro, el mayor conocía muy bien el camino.
No tardaron demasiado, Shintaro podía sentir la suave brisa marina sobre su rostro, era muy agradable, cerró sus ojos y tan solo escuchó como Yuma chasqueaba los dedos y en un segundo, apareció una lancha con dos cañas de pescar dentro.
-No importa cuantas veces vea tu magia, jamás voy a acostumbrarme-
Sonrió Shintaro quien subió a la lancha con entusiasmo.
-Bueno, no necesitas acostumbrarte-
Yuma sonrió y puso la lancha en marcha.
-¿Te gusta pescar?-
Preguntó el menor con curiosidad.
-No lo se-
Dijo Yuma con despreocupación mientras alistaba ambas cañas de pescar.
-Cuando llegue al bosque mágico olvide muchas cosas, el árbol sagrado solo nos dijo que debíamos estar ahí un tiempo, en lo que se decidía nuestra misión, mientras estuve ahí solo me concentré en ser un conejo y nada más-
-¿Ósea que hay más como tú?-
Yuma asintió con la cabeza.
-Por lo que puedo darme cuenta, tal vez tu fuiste un ser humano antes, estas familiarizado con muchas cosas por lo que veo-
Tras el comentario de Shintaro, Yuma fue incapaz de decir algo, estaba confundido, no podía recordar nada antes de su llegada al bosque mágico.
-¿Eso crees?-
-Bueno, un conejo mágico no puede estar familiarizado con preparar okonomiyaki o pescar, en cambio tú lo estás-
Shintaro estaba convencido de su teoría.
-Sin embargo, aún me queda una duda, si en realidad fuiste un humano antes… ¿Por qué ahora tienes que ser un conejo mágico?-
Yuma miró fijamente a Shintaro y se quedó pensativo, después dirigió su vista al cielo y preguntó en voz alta.
-¿Tú sabes algo?-
Shintaro no comprendía a quien le hablaba Yuma, pero decidió no decir nada y observar.
“-Lo sé todo mi querido Yuma-”
Le respondió aquella gentil voz.
-¿Y por qué no me lo dices?-
“-No tiene caso que lo haga, no es algo importante, aunque sepas la verdad el resultado seguirá siendo el mismo-”
-Entonces, ¿Yo fui un humano antes?-
”-Si-”
Escuchar tan rotunda respuesta lo hizo sentir un vacío en el pecho, no se lo esperaba.
-¿Sucede algo malo?-
Preguntó Shintaro, se preocupó al ver la expresión de Yuma.
-Tenías razón, si fui un humano… pero… ¿Por qué no lo recuerdo?-
Lentamente soltó la caña de pescar y esta cayó al agua.
-¿Quién te lo dijo?-
Shintaro parecía confundido, lo cual era lógico, él no podía escuchar la voz del árbol mágico.
-Se lo acabo de preguntar al árbol y me dijo que si-
Yuma bajó la mirada.
-Yuma…-
Shintaro sintió que en esos momentos el chico necesitaba apoyo, así que se lo brindó, abrazándolo tiernamente.
-No importa que haya pasado antes, en estos momentos yo estoy muy feliz de que ahora estés conmigo-
Yuma se sintió tranquilo y abrazó de vuelta al menor, envolviéndolo con sus brazos y sintiendo que podía no darle importancia a su origen.
-Yo igual me siento feliz de estar contigo justo ahora, tal vez algún día pueda saber de donde vengo-
Ambos se abrazaron tiernamente y Yuma pudo escuchar la voz del árbol mágico dentro de su cabeza.
“-Algún día lo sabrás todo mi querido Yuma, el día en que debas volver a tu hogar-”
“Pero… ¿Y si jamás quiero volver?”
Preguntó Yuma en su mente.
“-Sabes que algún día tendrás que volver-”
“¿Hay algo que pueda hacer para quedarme aquí más tiempo?”
Insistió, en esos momentos no quería más que permanecer al lado de Shintaro para siempre, era obvio, lo quería.
“-Yuma, hay reglas que debes seguir, no puedes cambiarlas, sin embargo jamás olvides que si en verdad lo deseas, todo es posible-”
En ese momento Yuma sonrió y abrazó a Shintaro con más fuerza, sentía que quería quedarse así más tiempo, pero un extraño movimiento en el bote lo hizo reaccionar.
De pronto, el cielo comenzó a nublarse, el viento se volvía cada vez más fuerte.
-Creo que lloverá, será mejor volver-
Dijo Shintaro mientras miraba fijamente a Yuma, quien repentinamente miraba hacia el cielo.
-¿Yuma?-
Lo llamó, este no reaccionó hasta un par de segundos después.
-Tienes… razón… mejor volvamos a casa-
Dicho esto, chasqueó los dedos y regresaron a Tokyo, pero ahí también comenzaba a estar nublado, la calle estaba vacía ante la amenaza de lluvia.
-Caminemos rápido, no tarda en llover-
Indicó Shintaro y ambos comenzaron a caminar rumbo a casa.
-Creo que será más rápido si-
Yuma no terminó su frase, chasqueó los dedos y en un instante aparecieron en la entrada de la casa.
-Esa fue una magnifica idea-
Sonrió Shintaro, abrió la puerta y entró, al parecer su madre no estaba.
-Puedes pasar, mamá no está en casa otra vez, seguramente va a quedarse en casa de la abuela-
-¿Siempre lo hace?-
Preguntó Yuma con preocupación.
-Algunas veces, no soporta estar en casa así que se va, mi papá está de viaje así que tampoco volverá-
Dijo Shintaro con voz triste, enseguida, después de dejar su mochila sobre el sillón, caminó un par de pasos hacia el pequeño altar en donde estaba la foto de su hermano, encendió un incienso, cerró los ojos y juntó las palmas. Yuma solo observó distante sin decir una palabra.
-Hermano, no te preocupes, yo encontraré la forma de que mamá y papá vuelvan a ser felices, voy a esforzarme, así como tú debes hacerlo en donde quiera que estés-
Dicho esto, se quedó en silencio unos minutos, Yuma lo miró con ternura, definitivamente tenía que quedarse a su lado hasta que las cosas mejoraran, y por supuesto que lucharía para quedarse a su lado para siempre.

-Aún es temprano, está lloviendo y no podemos salir, ¿Quieres ver una película?-
Yuma sonrió.
-Si tu quieres hacerlo está bien para mí-
-Ah… pero debo hacer mis deberes primero, espera, no tomara mucho tiempo, mientras puedes descansar si quieres-
Dicho esto, Shintaro tomó su mochila y comenzó a sacar cuadernos y libros que necesitaba.
En ese momento se escuchó un gran trueno, Yuma se cubrió los oídos y cerró los ojos, para cuando Shintaro se dio cuenta, éste ya era un conejo de nuevo.
-¿Qué pasa? Has regresado a ser un conejo-
El pequeño conejo estaba con las orejas caídas y los ojos cerrados, cayó otro trueno y el animal corrió para esconderse debajo de un sillón.
La luz se fue y todo quedo un poco obscuro, pero no lo suficiente para que Shintaro distinguiera aún lo que había a su alrededor. Caminó hacia la cocina, buscó una vela y la encendió, regresó a la sala y se sentó sobre la alfombra, extendió sus brazos hacia donde el pequeño conejo se encontraba y le dijo con ternura.
-Ven, nada malo va a pasarte, los truenos se han ido-
Lo comprendió rápidamente, Yuma le temía a los truenos y por eso había regresado a ser un conejo.
Torpemente el animal salió y se acercó a las manos de Shintaro, éste lo tomó con cuidado y lo colocó entre sus piernas mientras lo acariciaba.
-Todo va a estar bien. Mira, ya no hay truenos-
La suave voz de Shintaro lo reconfortaron de inmediato, cerró sus ojos y respiraba lentamente, relajando su cuerpo, cuando se sintió listo volvió a transformarse en humano, quedando sentado arriba de las piernas del menor.
-Gracias-
Sonrió con agradecimiento.
-No fue nada… pero, creo que… pesas un poco-
Yuma parpadeó un par de veces y se percató de la situación, sonrió con torpeza y se sentó a un lado del menor, solo para tomarlo delicadamente y sentarlo sobre sus piernas.
-Creo que así esta mucho mejor-
Shintaro se sonrojó un poco, no se lo esperaba, así como tampoco se esperaba ese extraño nerviosismo, gracias a la tenue luz de la vela podía observar el rostro de Yuma con más detalle, sonrió mientras su mano acariciaba la mejilla del mayor.
-Eres muy apuesto-
Yuma se sonrojó mientras sonreía.
-Tú también lo eres-
Con ternura besó la frente de Shintaro, después lo abrazó tiernamente y suspiró.
-Eres tan cálido, estoy seguro que jamás abracé así a alguien en el pasado-
Shintaro sonrió mientras respondía al abrazo, tocando torpemente la espalda de Yuma con sus manos.
-¿Cómo puedes asegurarlo si no recuerdas nada?-
-Porque estoy seguro que esas cosas jamás se olvidan, sin importar lo que pase-
No dijeron nada más, simplemente continuaron abrazados, sintiendo los latidos de su corazón como una suave melodía.

Tres horas transcurrieron y Shintaro terminó sus deberes, la luz había regresado y el chico celebró el haber terminado con todo.
-¡Terminé!-
Yuma sonrió.
-Muy bien, te ha tomado solo tres horas-
-Ahora podremos ver una película, iré por mis favoritas, no tardo-
Shintaro se levantó de prisa y corrió hacia su habitación, Yuma se quedó en la sala, sentado en el sillón, sonrió torpemente mientras esperaba a que el menor volviera. Pero de pronto, escuchó que la puerta principal se abría, así que de prisa volvió a ser un conejo, sabía que en esa forma nadie lo vería.
-¡Shintaro! ¡Estoy en casa!-
Era su madre, Yuma la observó con detenimiento, lucía deprimida, ojerosa y cansada. ¿Desde cuando no lograba dormir bien? ¿Por qué no se ponía a pensar en que preocupaba a Shintaro?
Yuma no podía odiarla ni enojarse, solo quería hacer algo para hacerla entender que estaba haciendo las cosas mal.
-Ah… mamá, volviste, creí que no regresarías hasta mañana…-
-Bueno, tu abuela me dijo que mejor volviera, que no sería bueno dejarte solo y creo que tiene razón-
De alguna manera Shintaro se decepcionó un poco y ocultó detrás de si las películas que llevaba.
-¿Tienes hambre?-
Preguntó su madre desde la cocina.
-No, comí con unos amigos al salir de la escuela, estoy bien-
Shintaro observó al conejito sobre el sillón y se sintió aliviado, le hizo señas para que se fuera a su habitación y eso hizo, después, solo guardó las películas en su mochila junto con sus cuadernos y demás cosas.
-¿Ya hiciste tus deberes?-
-Sí, justo había terminado-
-Al menos sigues dándole importancia a la escuela-
Shintaro bajó la mirada, no le gustaba cuando su madre comenzaba a hablar con tanta tristeza.
-Justo ahora tu hermano estaría en preparatoria…-
Se le hizo un nudo en la garganta al escuchar a su madre, sin embargo se armó de valor para no demostrarlo.
-Mamá. Ya han pasado dos años, mi hermano no volverá si te pones triste todo el tiempo. ¿No te has puesto a pensar que no lo dejamos descansar en paz porque solo nos aferramos a su recuerdo con tristeza?-
Su madre lo miró fijamente, Shintaro mantuvo la mirada firme mientras apretaba los puños.
-Shintaro…-
-Creo que ya es momento de seguir adelante, tenemos que hacerlo, como familia, ya casi no veo a papá y eso no es justo, lo extraño, también te extraño a ti, sonriendo por toda la casa, preparando el desayuno con alegría y despidiéndome con un beso antes de ir a la escuela… mamá… mi hermano no estará feliz si continuamos así… simplemente esta familia va a destruirse y yo no quiero eso-
Shintaro luchaba con todas sus fuerzas para no llorar, apretaba la mandíbula y observaba fijamente a su madre, quien a su vez lo miraba sorprendida, como si alguien más ya le hubiese dicho las mismas palabras pero que necesitaba escuchar de su propio hijo.
-Hijo mío…-
Dijo su madre mientras se acercaba a él y lo abrazaba con fuerza.
-Cuánto daño te hemos hecho ¿Verdad? Pero has sabido aguantarlo y te he obligado a ser tan fuerte a tu corta edad… tienes una madre muy desconsiderada y sin embargo no me has abandonado… tienes toda la razón, prometo que a partir de ahora voy a cambiar… vamos a sacar a esta familia adelante-
Shintaro abrazó a su madre de vuelta y las lagrimas comenzaron a brotar.
Yuma observó todo desde las escaleras, en su forma de conejo, se sentía tan feliz de ver que Shintaro había sido capaz de hablar con su madre, aquello lo aliviaba, tenía un buen presentimiento, al fin se había dado el primer paso para mejorar las cosas.

Después de haberle ayudado a su madre un poco con los platos sucios, subió a su habitación, en donde lo esperaba aquel pequeño conejo, al parecer se había quedado dormido sobre la cama.
Shintaro se sentó a su lado y lo acarició gentilmente, no tenía intensión de despertarlo, pero éste lo hizo y al verlo se transformó en humano nuevamente, quedando recostado sobre la cama y solo apoyando la cabeza en el regazo del menor.
-¿Escuchaste todo?-
Preguntó Shintaro mientras miraba fijamente a Yuma, quien tenía los ojos cerrados y una expresión de completa tranquilidad en el rostro.
-Si, no quise dejarte solo, estoy muy feliz por ti-
En ese momento los ojos de Yuma se abrieron y se clavaron en los de Shintaro, le sonrió gentilmente y acarició el rostro del menor.
-Has sido muy valiente, has dado el primer paso, y el más importante de todos-
De nueva cuenta las mejillas de Shintaro se sonrojaron, sin embargo era agradable sentir la mano de Yuma sobre su rostro.
-¿Crees que todo mejorará?-
Preguntó con timidez.
-Bueno, hay que esperar para saberlo, pero tengo un buen presentimiento-
Ambos sonrieron, Yuma apartó su mano de la de Ryutaro y se reincorporó para sentarse.
-Por ahora debes dormir-
Shintaro asintió con la cabeza, se levantó, tomó su pijama y salió de la habitación, mientras tanto Yuma cerró los ojos y volvió a transformarse en conejo, se acomodó en una esquina de la cama y esperó a que Shintaro volviera.
"Hoy fue un día muy agitado"
Se dijo el conejito mientras suspiraba.
"-Tuviste muchas emociones para un solo día-"
Le respondió aquella voz.
"Aún me siento raro al saber que yo fui un humano, pero me siento muy feliz de que Shintaro haya hablado con su madre al fin, poco a poco las cosas comenzaran a arreglarse"
"-¿No te has puesto a pensar en que pasará si las cosas se arreglan por completo?-"
El conejito ladeo su cabeza y parpadeó.
"-Lo sabes pero no quieres pensarlo por ahora ¿Cierto?-"
"Tal vez… sé que podré hacer algo para quedarme a su lado más tiempo"
"-Me alegra escucharte tan animado, por ahora solo duerme, sueña, eso te ayudará-"
Después de escuchar aquello, Shintaro entró en la habitación.
-Ya te has transformado-
Yuma solo asintió con su pequeña cabeza y observó a Shintaro encender una lampara, después que apagaba la luz para terminar por recostarse en la cama.
-Siento que al fin tendré una mañana como tanto la he deseado-
El conejito miró a Shintaro, éste pudo sentir como si le estuviese sonriendo.
-¿No puedes volver a tu forma humana para dormir?-
Yuma miró al menor fijamente, cerró los ojos y una vez más volvió a ser humano.
-Si puedo, pero creí que no querías que tu madre me viera por la mañana-
-Puedes transformarte cuando suene mi alarma, no habrá ningún problema-
Ambos se sonrieron y Yuma se acercó a Shintaro, este le hizo un espacio a su lado, después lo cubrió con cuidado y le ofreció la mitad de su almohada.
-Gracias-
Dijo Yuma con una sonrisa.
-Buenas noches-
Shintaro apagó la luz y cerró los ojos, se recostó de lado y sin pensarlo dos veces, sin importar nada, abrazó a Yuma, recargando su mejilla en el pecho del mayor, sintiendo su calor, se sentía tan seguro, protegido, que el sueño le vino de inmediato.
Yuma abrazó de vuelta al menor, cerró los ojos y se adentró en un profundo sueño mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

---
Caminaba por las calles, seguro de a donde se dirigía, al parecer ya era una costumbre caminar por ahí. Llevaba consigo una caña de pescar y un pequeño bote.
El día parecía ser perfecto, continuo caminando hasta llegar al muelle, subió uno de los botes y lo puso en marcha hacia mar abierto, esperó y esperó hasta que el primer pez cayó, estaba entusiasmado, después de cuatro peces sentía que era su día de suerte. Sin embargo al parecer no iban a haber más, pero él no era de las personas que se rinden con facilidad, así que solo se sentó a esperar con paciencia a que la caña se moviera en señal de haber atrapado algo.
Sin darse cuenta se quedó dormido mientras el clima cambiaba drásticamente, unas aterradoras nubes negras aparecieron amenazadoras, el viento comenzaba a soplar violentamente, moviendo las olas con fuerza, estos fueron los movimientos que lo despertaron, de pronto comenzó a llover y caían estruendosos relámpagos, estaba asustado, el motor del bote no encendía y cada vez se alejaba más del muelle hasta que lo perdió por completo de vista.
Sabía que ahora iba a la deriva, tenía que guardar la calma, seguramente la tormenta no avanzaría más, pero no fue así, al contrario, esta se intensificó y solo causo que el bote se moviera violentamente de un lado a otro, sabía que en cualquier momento podría caer al mar, sabía nadar pero dudaba el poder llegar al muelle, estaba muy lejos.
Las olas se movían con más fuerza a cada segundo hasta que volcaron por completo el bote, Yuma se sumergió en el mar, no podía volver a la superficie, por más que lo intentaba era rechazado por las violentas olas, necesitaba respirar, necesitaba llegar a la superficie, pero era imposible.
De pronto el oxigeno en sus pulmones se terminó, podía sentir como esos se le llenaban de agua, de pronto todo se fue tornando obscuro, frío, hasta que sus ojos se cerraron y su cuerpo se hundía lentamente.
---

Abrió los ojos de golpe al escuchar un sonido de "bip" que iba en aumento. Su respiración estaba agitada, su cuerpo temblaba, tenía miedo, aquel sueño había sido demasiado real, demasiado aterrador. Estaba por tranquilizarse cuando escucho unos pasos acercarse a la habitación, rápidamente cerró los ojos y se volvió un conejo.
Shintaro sintió la ausencia de calor a su lado, abrió los ojos y vio al pequeño conejito a su lado, se giró y de un manotazo apagó la alarma de su reloj, segundos más tarde entró su madre con una sonrisa que hacía mucho no veía.
-Buenos días-
-Buenos días, mamá-
Respondió el menor mientras se levantaba y dejaba salir un bostezo.
-¿Dormiste bien?-
Ante la pregunta, Shintaro se sonrojó, a decir verdad había dormido demasiado bien, pero era algo que no podía explicarle a su madre.
-Si-
-El desayuno está listo, baja antes de que se enfríe-
Su madre sonrió y salió de la habitación cerrando la puerta. Enseguida, Shintaro miró al conejo y le sonrió.
-Buenos días, te transformaste justo a tiempo-
El conejito asintió con la cabeza y en un instante se transformó en humano.
-Buenos días-
Saludó Yuma con una débil sonrisa, después de todo a que sueño aún estaba muy presente en su mente.
-Iré a desayunar, ¿Quieres venir?-
-No, estoy bien, bajaré cuando estés por salir, aún tengo un poco de sueño-
Shintaro sintió de inmediato que algo no andaba bien.
-¿Te pasa algo malo?-
-No… no me pasa nada malo, solo que aún tengo sueño, descuida-
Yuma hizo un gran esfuerzo por sonreír con naturalidad, aún así, no muy convencido, Shintaro decidió creerle y después de tomar su uniforme, se dispuso a salir de la habitación.
-Vendré por mi mochila antes de irme-
Dicho esto, le regaló una sonrisa a Yuma para después salir de la habitación.

Yuma se recostó sobre la cama y cubrió su frente con el antebrazo mientras miraba fijamente al techo.
-¿Qué fue ese sueño?-
Se preguntó mientras aún sentía una extraña sensación en el pecho.
"-¿Te asusta que sea real?-"
-Si… porque eso significaría que yo…-
No pudo continuar diciendo lo que tenía en mente.
"-Es eso exactamente, Yuma. Lo recordaste muy rápido. ¿Aún crees que debes quedarte para siempre ahí?-"
La voz del árbol era seria, pero sin perder su tono de gentileza. Yuma se sentó lentamente sobre la cama y miró al suelo.
-No lo sé…-
"-No pienses mucho en eso, no puedes olvidar el propósito de tu aparición en la tierra-"
-Lo sé… lo sé-
Se puso de pie y se miró en el espejo, imágenes de aquel sueño aún aparecían en su mente, intentó despejarlas pero resultaba inútil.
-Es hora de irme a la escuela-
Sonó la voz de Shintaro, quien recién entraba a su habitación. Yuma trató de cambiar su expresión, lo miró y sonrió.
-Entonces es hora de irnos-
Dicho esto, volvió a ser un conejo.

El camino fue el mismo, cuando llegado a la escuela Yuma se fue hacia aquel árbol, ahí esperaría a la hora del descanso para ver a Shintaro, justo como la otra vez.
Se recostó sobre la suave hierba y suspiró.
"Yo fui un humano, viví en este mundo y luego…"
Se dijo mientras observaba como un par de profesores patrullaban los alrededores.
"-¿Vas a seguir atormentándote, Yuma?-"
El conejito negó con la cabeza.
"Sé que no puedo cambiar las cosas, pero ahora que lo he descubierto, quiero respuestas, ¿Me las darás?"
"-No tengo razón para negarte la verdad, pero si lo sabes puede que no puedas seguir siendo feliz en la tierra mientras cumples tu misión, ¿Aún así quieres saber?-"
Preguntó la voz del árbol, el conejito asintió con la cabeza, estaba seguro, necesitaba saber la verdad, tal vez eso ayudaría a desaparecer esa extraña e incomoda sensación.
"Si yo antes fui un humano, ¿Por qué llegue al bosque mágico después de… eso?"
Al parecer Yuma aún no podía decir el termino correcto, no tenía el valor.
"-No eres el único y lo sabes, normalmente se eligen las almas jóvenes que tuvieron una muerte repentina, así como tú, una muerte que no estaba escrita en su destino y que sin embargo ocurrió, y para que puedan tener acceso al descanso eterno, se les envía a cumplir con una misión especial, es como una especie de compensación-"
Respondió la voz del árbol con gentileza.
"¿Tú borraste todos mis recuerdos?"
"-No. Estos desaparecen en cuanto llegas al bosque, mi único deber es cuidarlos hasta que llegue el momento en que su misión sea elegida y después guiarlos en lo que ustedes necesiten-"
"Sin embargo eso no significa que volvamos a la vida ¿Cierto?"
Preguntó Yuma.
"-Exactamente. Sabes bien que no se puede alterar el equilibrio. Es por eso que no regresan como humanos, sino como criaturas mágicas que pueden transformarse en humanos-"
Explicó el árbol.
"Entonces ¿Si es imposible que me quede aquí para siempre?"
"-Eso no te lo puedo decir con certeza, yo confío en que si en verdad lo deseas todo es posible, si tu deseo es de corazón, es probable que no sea ignorado-"
Yuma sintió cierta tranquilidad, de alguna forma se sentía más ligero, ya que ahora ya sabía todo.
"Dijiste que si sabía la verdad era probable que no me sintiera feliz mientras cumplo mi misión"
"-Pensé que podrías frustrarte y querer dejarlo todo-"
Respondió la voz de árbol con tristeza.
"No me siento así"
Aseguró Yuma con voz animada.
"Al principio fue duro, pero creo que… no puedo pensar en otra cosa que no sea Shintaro, quiero estar con él, aunque no sea un ser humano, aunque sea solo un conejo mágico, quiero estar a su lado hasta que el ya no necesite de mi"
"-¿Estás dispuesto a aceptar eso el día que ocurra?-"
Preguntó el árbol con seriedad. Yuma solo asintió con su pequeña cabeza.
"-El crecerá algún día, cambiara su forma de pensar, ¿Estás seguro de que te marcharas cuando ese momento llegue?-"
"Si, porque sé que cuando él no me necesite, entonces podré irme tranquilo y observarlo desde otro lugar, ¿no es así?"
Yuma estaba tranquilo, lo cual terminó por convencer al árbol.
"-Da por hecho que tu deseo ha sido escuchado, de todas formas, yo estaré aquí para cuidarte, mi pequeño Yuma-"
Tras decir esto, la campana que indicaba la hora del descanso comenzó a sonar, el tiempo si que había pasado volando, se transformó rápidamente en humano, copiando una vez más el uniforme escolar y partió en busca de Shintaro.

El descanso era lo que más había estado esperando, salió de prisa para evitar que sus amigos lo vieran, pensaba ir por Yuma pero este ya lo esperaba al pie de las escaleras.
-Hola-
Lo saludó y Shintaro pudo sentir un ligero nerviosismo en su interior, sin embargo trató de ocultarlo y sonreír.
-Hola-
-¿Vas a algún lado?-
-No, solo iba a buscarte, pero ahora que estás aquí, podemos ir a la azotea, ¿Qué te parece?-
Yuma asintió con la cabeza y así, ambos emprendieron el camino.
Al llegar, Shintaro tomó asiento sobre el suelo, recargando su espalda en una pared y miró a Yuma.
-Siéntate-
El mayor obedeció y miró al cielo.
-¿Quieres algo especial para comer?-
-Me gustaría mucho comer takoyaki-
Yuma sonrió, chasqueó los dedos y una orden de takoyaki apareció frente a Shintaro, enseguida hizo aparecer una para él también.
-¡Que delicioso se ve!-
Los ojos de Shintaro brillaban de ilusión.
Mientras comían, Yuma no dejaba de sentirse extraño, en su mente seguían las palabras del árbol mágico: "-El crecerá algún día, cambiara su forma de pensar, ¿Estás seguro de que te marcharas cuando ese momento llegue?-"
Temía pensar que ese día llegara y entonces… Shintaro no lo necesitaría más… pero era evidente que no podría estar a su lado para siempre, no estaba seguro si el podía crecer y no quedarse por debajo de él algún día.
-¿Te preocupa algo?-
Preguntó el menor, quien lo había estado observando con preocupación.
-Si, todo esta perfectamente-
Dicho esto, Yuma comenzó a comer, no debía preocupar a Shintaro con tales asuntos, sin importar el futuro, tenía que concentrares en disfrutar el presente, aún tenía que hacerlo completamente feliz, no había nada más.
-¿Sabes? Esta mañana tuve un desayuno muy agradable con mi madre, platicamos y esta vez hizo un esfuerzo por sonreír, aún no le sale del todo natural pero al menos lo está intentando, estoy seguro que mi hermano esta feliz al vernos-
-Eso puedes tenerlo por seguro-
Shintaro miró a Yuma, parecía intrigado.
-A ti te pasa algo, ¿No me lo dirás?-
Yuma parpadeó un par de veces y pareció confundido.
-No me sucede nada, ¿Por qué lo dices?-
Shintaro no estaba convencido con esa respuesta.
-Te siento extraño, por más que te esfuerces en aparentar he notado que no sabes mentir, algo raro te sucede y al parecer no me lo quieres decir-
-¡No es eso! ¡En verdad no me sucede nada malo!-
Yuma tuvo que esforzarse en sonar convincente y sonreír.
-¿Que pasaría si… deseo que me digas la verdad?-
Shintaro era astuto, Yuma no se lo esperaba, si se trataba de un deseo… tenía que cumplirselo
-No te estoy ocultando nada-
Esta vez Yuma cambió su semblante por uno más serio, al parecer funcionó puesto que Shintaro no insistió más.
-De acuerdo, es hora de que regrese, te veré más tarde-
Sin embargo eso no sonaba bien, ahora parecía serio, ¿Acaso se había enojado?   

No podía concentrarse en nada, tenía el presentimiento de que Yuma le estaba ocultado algo, sin embargo, si el chico no quería hablar tampoco podía obligarlo, sabía que en algún momento lograría saber lo que ocultaba.
Pero aún así, era un hecho de que él se iría en algún momento, cuando su misión estuviese completada… ¿Acaso no había forma de evitarlo? No quería estar lejos de él por el resto de su vida y solo tener que recordarlo como un viejo amigo de la infancia, era evidente que no lo consideraba como tal, sin embargo no podía describir aquel sentimiento, era la primera vez que se sentía así con respecto a alguien, ignorando por completo el género.
-¿Te gusta verdad?-
Escuchar aquello lo sorprendió y apartó de prisa la mirada de la ventana, pensó que alguien le había hablado, pero no fue así, cuando logro recuperar su atención notó que el profesor ya no estaba y que las chicas de enfrente platicaban.
Suspiró aliviado y al mismo tiempo sintiéndose como un tonto.
"-¿Será que me gusta?-"
Se preguntó mientras desviaba la mirada y la fijaba de nuevo en a ventana.
-Shintaro-
Lo llamó uno de sus amigos.
-Hoy tenemos practica, ayer te escapaste y el entrenador esta molesto, eres de los jugadores principales, no puedes saltarte los entrenamientos con tanta facilidad-
-¿Eh? Ah… cierto, pero hoy no he traído mi uniforme, además… tengo algo importante que hacer-
En realidad no tenía nada importante por hacer, solo quería salir de clase y buscar a Yuma para volver a pasar otra tarde completa a su lado… ¿Acaso eso no era extraño?
-Pero no puedes faltar, sino te sacarán del equipo-
Su amigo intentaba de alguna forma persuadirlo para que no faltara, pero Shintaro estaba decidido.
-La clase está por comenzar y me toca taller, tengo que irme-
Así, tomo sus cosas y se marchó del salón, agradeció que su amigo no lo siguiera.
Solo quedaban pocos minutos para poder salir, lo más eternos de su vida, por ahí había escuchado que cuando piensas mucho en alguien, cuando ansias verlo y que solo cuentas los minutos para estar a su lado, solo puede significar que estás interesado en esa persona.
Sonrió para si, ocultando su rostro con el libro de texto, suspiró y cerró los ojos un instante. Recordó la forma en la que Yuma lo abrazaba, como tomaba su mano, como delicadamente besaba su frente… todo aquello le provocaba una sensación extraña, diferente, y si embargo, lo disfrutaba. 
La respuesta llegó por sí sola, comenzaba a ser algo obvio, Yuma le gustaba, y mucho.
"-Si me gusta… no puede quedarse en mis recuerdos como solo un amigo de la infancia cuando… se vaya… no puede irse…-"
Tras pensar eso, sintió una punzada en su pecho y escuchó algo.
"-¿Estás seguro?-"
Abrió los ojos de golpe, miró a su alrededor pero todos estaban tomando la clase en silenció,
"-Solo tu puedes escucharme-"
Tras escuchar esto, intentó guardar la calma, respiró profundo y aparentó estar anotando en su libreta.
"-¿Quien eres?-"
Preguntó en su mente, no estaba seguro si esa sería la forma de obtener una respuesta pero no podía hablar en voz alta.
"-Soy quien cuida de Yuma mientras está en su misión, soy el árbol sagrado del bosque mágico-"
Aquello era increíble, como un árbol podía estar hablándole dentro de su mente, bueno, no tenía mucho que dudar, después de todo Yuma tenía poderes mágicos, debería estar acostumbrado, pero no lo estaba.
"-Me he tomado el atrevimiento de entrar en tu mente solo para preguntarte algo, ¿En verdad estás seguro de que quieres que Yuma se quede a tu lado para siempre?-"
"-Si-"
Pensó como respuesta y dejó de hacer garabatos en su cuaderno, ahora solo fijo la mirada en su libro de texto, aparentando leer como el resto de sus compañeros de clase.
"-¿Que pasa si algún día cambias de opinión? La vida es larga y llena de oportunidades, es probable que conozcas a alguien que signifique más para ti que él, ¿No lo habías pensado?-"
La voz de árbol era gentil, como siempre, pero Shintaro se sentía nervioso, como si estuviese en un interrogatorio especial.
"-No es algo que quiera pensar ahora, sé muy bien que los sentimientos de la gente cambian a diario, lo que hoy nos gusta mañana puede sernos indiferente, pero con Yuma no es así, estoy seguro de que no es así-"
Su expresión reflejaba la firmeza con la que pensaba cada palabra que le respondía al árbol sagrado.
"-¿Crees que Yuma puede crecer al igual que tú? ¿No crees que pueda quedarse con la misma apariencia mientras tu ya tengas más de 20 años?-
Shintaro no respondió al instante, respiró profundo, tragó saliva, miró a su alrededor, ahora todos escribían de nuevo, así que hizo su libro de texto a un lado e intento imitarlos.
"-No me gusta pensar en un futuro tan lejano, por ahora, lo único que me importa es que él está conmigo en estos momentos, lo que pueda pasar después no cambiara lo que siento, lo que quiero, y lo que quiero es a él-"
"-Eso, es bueno saberlo-"
No hubo más, tan solo esa breve respuesta, lo siguiente que escuchó fue la campana que anunciaba el fin de las clases, le costó trabajo reaccionar, pero cuando lo hizo pensó detenidamente en que, tal vez, la razón por la que sentía que Yuma le ocultaba algo era por las palabras del árbol sagrado, tal vez le preocupaba no poder quedarse a su lado para siempre…
Un rubor apareció en sus mejillas, de tal solo imaginar a Yuma queriendo permanecer a su lado para siempre sentía algo extraño revolverse en su estomago, seguido de un sentimiento de anhelo, quería verlo, necesitaba verlo. Guardó sus cosas de prisa, ignoró a su compañero que le hablaba y salió casi corriendo, esquivaba gente, bajaba rápidamente las escaleras, nada importaba más que el hecho de verlo.
Cuando logró salir, se acercó al árbol en donde sabía que se encontraba, y no se había equivocado, ahí estaba el pequeño conejo, durmiendo plácidamente acurrucado en la hierba. Shintaro se arrodillo y lo acarició con ternura, poco a poco éste despertó, parecía sorprendido.
-Es hora de volver a casa-
Le dijo en voz baja, se reincorporó y emprendió el camino, atento a su alrededor, sabía que pronto volvería a su forma humana, la forma que tanto anhelaba ver. Los alrededores de la escuela estaban tranquilos, al parecer había sido el primero en salir de toda la escuela, bueno, tal vez eso era una exageración pero no se veían muchos alumnos fuera.
Cuando menos lo esperó, escucho al fin su voz.
-Me sorprendiste, saliste muy rápido-
Sonrió y se giró para verlo mientras se detenía.
-Es que ya quería salir, me pregunto, ¿A dónde iremos hoy?-
Yuma parecía sorprendido y confundido, estaba casi seguro de que Shintaro podría estar molesto con él, pero resultaba ser que no, su radiante sonrisa se lo confirmaba.
-Dijiste "Es hora de volver a casa" creí que-
-Solo lo dije para que despertaras-
Lo interrumpió Shintaro, quien mantenía la misa sonrisa. Fue entonces que Yuma se sintió tranquilo, le sonrió y preguntó.
-¿Qué quieres hacer hoy?-
Shintaro pareció pensativo, después respondió con ánimo.
-Hoy no voy a pedir ningún deseo, esta vez, seré yo quien te lleve a algún lugar por mis propios medios-
Yuma parpadeó un par de veces, Shintaro emprendió el camino y no le quedó más opción que seguirlo.

Llegaron a la parada del autobús y después de dejar que se marchara uno, tomaron el siguiente, Shintaro no le dijo a Yuma hacia donde se dirigían, así que no le quedó más que seguirlo.
-¿A dónde iremos?-
Preguntó Yuma mientras se sentaba junto a Shintaro.
-Es un pequeño secreto, no es un lugar espectacular pero creo que será divertido-
Ante la respuesta de Shintaro, le quedó claro que no tenía caso insistir, así que tan solo se dispuso a disfrutar del viaje. 
Después de un tranquilo camino, en completo silencio, Shintaro solo le indicó que ya era hora de bajar, al parecer estaban frente a la estación del tren. Ambos entraron y Shintaro compró un par de boletos.
-Toma, este es para ti-
-¿Me dirás a donde vamos?-
Shintaro solo sonrió y continuo con su camino, Yuma no dejaba de sentirse curioso, no tenía idea de lo que el menor planeaba, sin embargo continuo siguiendolo. 
Al subir al tren, volvieron a sentarse juntos.
-Descuida, iremos a un lugar divertido, no debes preocuparte-
Dijo Shintaro con tranquilidad.
-Eres tan extraño, cuando te fuiste en la mañana, después del descanso, creí que estabas molesto conmigo, pero ahora te comportas tan misterioso que no puedo evitar el sentirme intrigado, ¿Que planeas?-
Ante las palabras de Yuma, solo sonrío y tímidamente tomó la mano del mayor, entrelazando sus dedos y desviando la mirada hacia la ventana.
-No planeo nada malo, solo quiero que pasemos un rato agradable, juntos-
Yuma pudo sentir sus mejillas sonrojarse, al mismo tiempo que una sensación de felicidad lo inundaba de pies a cabeza. No preguntó nada más, tan solo respondió al toque de Shintaro y se relajó, sintiendo su cálida mano, era demasiado agradable.
Las estaciones pasaron hasta que al fin llego la indicada, ambos se pusieron de pie y bajaron del tren, cuando salieron de la estación tomaron un autobús y al fin llegaron al lugar que Shintaro quería ir, la playa.
-Si querías venir a la playa solo tenias que desearlo-
Le dijo Yuma con una sonrisa.
-No es necesario, quería que viajáramos juntos, eso lo hace mejor, ahora ¡Vamos a disfrutar!-
Fue así que Shintaro corrió hacia la orilla del mar y comenzó a jugar con el agua, Yuma sonrió y se acercó de igual forma. Jugaron con la arena, corrieron, se mojaron un poco, se secaron recostados en la arena, en fin, pasaron una tarde de lo más divertida.
De pronto, la hora de comer algo llegó, puesto que el estomago de Shintaro comenzó a hacer ruiditos muy peculiares.
-Quiero comer-
Dijo mientras se levantaba y tocaba su estomago.
-¿Quieres algo en especial?-
Preguntó Yuma, dispuesto a chasquear sus dedos en cualquier momentos para hacer aparecer lo que el menor deseara. Sin embargo, Shintaro se detuvo antes de desear algo, sonrió y dijo.
-Espera aqui-
Rápidamente se alejó, Yuma pensó en seguirlo pero antes de hacerlo el menor se giró para indicarle que debía esperarlo justo en ese lugar, así que retrocedió y se dispuso a esperar mientras lo observaba marcharse. Minutos más tarde, Shintaro regreso con una bolsa de compra.
-Encontré un mini súper cerca de aquí, he traído lo más delicioso que se veía y un poco de jugo-
Yuma lo observó, confundido.
-Pero pudiste-
-No importa, eso te gustará-
Lo interrumpió Shintaro mientras se sentaba junto a Yuma y le daba su comida. Fue así que ambos comieron tranquilamente, platicaron un poco de cosas como películas, travesuras que harían a la gente en la playa, en fin.
Poco a poco comenzaba a atardecer y Shintaro sacó de la bolsa de plástico un paquete de fuegos artificiales.
-Creí que sería buena idea encenderlos, al menos antes de irnos-
-Que buena idea-
Sonrió Yuma y tomo una delgada varilla que el menor le ofreció, la encendió y salieron pequeñas chispas.
-¿Verdad que es bonito?-
Preguntó Shintaro mientras encendía uno para él.
-Si-
Le respondió Yuma con una amplia sonrisa. Tuvieron unos segundos de silencio, hasta que Shintaro al fin habló.
-¿Sabes? No tienes que usar tu magia para hacerme feliz-
Yuma se sorprendió y miró rápidamente a Shintaro, quien tenía la mirada fija en las pequeñas chispas que salían de la varilla que sostenía con cuidado.
-Creo saber que es lo qué te preocupa, ¿Temes que algún día ya no te necesite y debas irte, verdad?
Lo ojos de Yuma se abrieron con sorpresa y fue incapaz de decir algo, por lo que Shintaro continuo.
-Hoy, el árbol sagrado habló conmigo, me dijo que es probable que, aunque tu permanezcas a mi lado para siempre, algún día yo creceré y querré estar con alguien más, pero, ¿sabes? Yo solo quiero estar a tu lado, es la primera vez que me siento así con alguien, en verdad quiero… estar contigo siempre, no quiero pensar en que podrá pasar en el futuro, el que tu estés ahora junto a mi, es suficiente para hacerme completamente feliz-
Las palabras de Shintaro eran expresadas con gentileza, ternura y un poco de timidez. Yuma sintió todo aquello y no pudo evitar sonreír al mismo tiempo que sus mejillas se tornaban rojas.
-Shintaro, gracias-
Dijo Yuma, después lo abrazó con fuerza y cerró los ojos.
-Te quiero, quiero estar a tu lado pase lo que pase, y eso haré mientras tu seas feliz-
Shintaro abrazó de vuelta a Yuma y sonrió, sentir su calor era una sensación tan relajante, se sentía protegido, se sentía importante para alguien de una forma especial, así como Yuma era especial para él también.
"-Yuma, tienes un gran corazón-"
Ambos escucharon perfectamente aquello y se sorprendieron, era la voz de árbol.
"-Shintaro, creo en tus palabras y en tus sentimientos-"
Volvió a decirles, ambos se miraron confundidos, en efecto, ambos escuchaban.
-¿Pasa algo malo?-
Preguntó Yuma.
"-Solo tengo un mensaje para ti-"
-¿Un mensaje?-
Preguntó Shintaro, confundido, miró a Yuma y este se encontraba igual, pero antes de poder decir algo, el árbol solo dijo.
"-Que te vaya bien-"
Dicho esto, una luz los cegó por completo, Shintaro dejó de sentir a Yuma, al parecer, había desaparecido.

Con dificultad abrió los ojos, miró a su alrededor, se encontraba en su habitación, ¿Por qué? ¿En que momento había llegado a ese lugar? Salió de la cama y miró la hora, eran las nueve de la mañana, al parecer había dormido demasiado. Salió de su habitación, al parecer su madre no estaba, sin embargo había una nota sobre la mesa.
"Shintaro. Salí con tu padre, tendremos una larga plática, descuida, todo esta bien. Te queremos."
Eso era todo, no podía imaginarse el motivo para que sus padres se vieran fuera de casa, pero ahora había algo que le preocupaba más. ¿En dónde estaba Yuma? Buscó por toda la casa pero no encontró al conejo ni al muchacho, no podía recordad en que momento había regresado a casa. Ademas, tenía vagos recuerdos de la tarde en la playa. 
Se sentó en el sofá y trató de hacer memoria, cerró los ojos y se forzó a recordar, lo cual solo llegó hasta el momento de la resplandeciente luz que lo separó de Yuma. Fue entonces que solo pudo concluir una cosa, Yuma se había ido.
¿Por que? ¿A donde? 
Fueron preguntas que no tenían respuesta, comenzaba a sentirse desesperado, ¿Que iba a hacer ahora? No quería que todo terminara así.
-¡¿En dónde está?! ¡¿A dónde te lo llevaste?!-
Gritó al aire mientras miraba al techo, pensaba que tal vez el árbol sagrado le respondería, pero eso no ocurrió, solo hubo silencio. Su desesperación solo iba en aumento, se negaba a aceptar el tener que separarse de Yuma de esta forma, no era justo.
Corrió de vuelta a su habitación y se vistió lo más rápido que pudo, salió de casa y solo pudo pensar en ir a aquel parque, en dónde Yuma se había acercado a él por primera vez.
Miró a su alrededor pero no había nadie, a penas unos cuantos niños jugando, todo lo demás estaba tranquilo, no había ningún conejo, él no estaba ahí. Con más desesperación, Shintaro corrió hacia la escuela, entro al gimnasio pero nada, tampoco estaba, busco en el jardín, la azotea, pero no estaba, definitivamente Yuma había desaparecido.
-¿A dónde te fuiste?-
Se preguntó con lágrimas en los ojos mientras se dejaba caer de rodillas al suelo, mirando todo el paisaje citadino que se podía apreciar desde la azotea de la escuela.
-Justo cuando creí que te quedarías a mi lado para siempre…-
Era imposible detener las lágrimas, estaba confundido, se sentía tan desamparado.

Pasó un mes y a penas lograba aceptar que Yuma había desaparecido, aún sentía tan cercana su presencia que de vez en cuando sentía que el pequeño conejito aún lo seguía, pero siempre resultaba ser su imaginación, solo eso.
Una tarde, al terminar sus clases y su entrenamiento en el equipo de fútbol, salió cansado, las cosas en su casa iban bien, a pesar de que sus padres habían decidido divorciares, llevaba una vida tranquila con su madre, no había más lagrimas o depresiones, lo cual lo tenía aliviado. Poco después se enteró que su padre tenía otra familia, a lo cual no le dio importancia, de cualquier forma seguía siendo su padre y pudo afrontar la situación por si mismo.
Iba de camino a casa cuando de pronto, alguien chocó contra él y cayó al suelo.
-Duele…-
Se dijo mientras se frotaba la espalda.
-Lo siento, ¿Estás bien?-
Para Shintaro, esa voz le resultó familiar, levantó lentamente la mirada y se llevó una gran sorpresa, no podía creerlo.
-¿E…eres…. eres tu?-
Logró preguntar con nerviosismo.
-He vuelto-
Los expresivos ojos de Yuma se encorvaron mientras sonreía ampliamente y le tendía una mano para ayudarlo a levantarse. Shintaro sintió una gran felicidad por todo su cuerpo, tomó la mano de Yuma y cuando se puso de pie, no dudo en lanzarse a sus brazos.
-¿A dónde te has ido? ¿Por qué tanto tiempo?-
Shintaro comenzó a llorar mientras se aferraba con fuerza al cuerpo de Yuma.
-Había cosas que arreglar, además de que tarde en convencer a cierta gente para que me dejaran volver como lo que soy ahora-
Ante las palabras de Yuma, Shintaro se sorprendió y se alejó un poco de él para lograr verlo a los ojos.
-Ya no tengo magia, absolutamente nada de magia-
Declaró Yuma con una sonrisa.
-¿Eso quiere decir que ya no te convertirás en conejo?-
Yuma negó con la cabeza, sin dejar de sonreír.
-Ahora, soy como tú-
Aquello no pudo producirle más emoción, lo volvió a abrazar con fuerza, sentir su calidez le hizo comprobar que no había sido un sueño.
-Yuma, te quiero-
Logró decir mientras tragaba saliva para deshacer el nudo en su garganta.
-Y yo a ti-
Así, ambos se quedaron abrazados un buen rato, sin importar que la gente los viera, para los ojos de los extraños, tal vez parecían un par de hermanos abrazandose por un reencuentro. Pero para ellos, era un reencuentro especial, y prometieron estar juntos para siempre.

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Sonrió una vez más a la cámara y escuchó lo que tanto había anhelado.
-¡Buen trabajo! ¡Hemos terminado!-
Suspiró con pesadez, se despidió de todos y se encerró en su camerino, en ese momento su expresión cambio a una de completo fastidio.
-Maldita sea, odio ser así-
En ese momento tocaron a la puerta.
-Chinen-san, su auto lo espera-
-En seguida voy-
Gritó con la voz más dulce que pudo fingir, se cambió de ropa y salió del camerino, de nueva cuenta sonrió fingidamente a todos y salió del estudio, su manager le decía las cosas pendientes que aún quedaban por hacer, pero al parecer no escuchaba nada de lo que le decía, solo entró al auto y se dedicó a mirar por la ventana sin ningún interés aparente.
El automóvil se detuvo en el cruce, esperando a que la luz del semáforo cambiara, justo cuando estaba por avanzar, Chinen vio algo en medio de la calle, al parecer era… ¿Un conejo?
-¡Espera!-
Le gritó al chofer, quien al parecer no lo había visto y estaba por arrollarlo.
Chinen salió rápidamente del auto pero el conejo ya no estaba ahí, ¿Acaso había sido solo su imaginación?
"Creo que debo tener más cuidado"
Se dijo aquella pequeña criatura mientras se escondía detrás de un gran bote de basura.
Al auto arrancó de nuevo y Chinen solo pensó que tal vez necesitaba un descanso.

Continuará...

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Bueno, hasta aqui el primer capitulo, llamado "Historia 1" 
Carol, espero no haberte traumado, trate de evitar lo que me dijiste que no pusiera y creo que no quedó tan mal xD Espero si haberte matado de ternura! xD
La segunda historia vendra en los proximos días, depende de cuando avance, perdón si hay palabras raras, no estoy en la PC sino en la Mac y el editor de textos es diferente, me cambia palabras y honestamente tuve pereza de revisar el fic xD (aqui no me cuenta las paginas pero si se que quedo muy largo xD)
Solo hay algo que debo decir antes de irme:

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS YUMA!! 

Ya es 13 en Japón y justo son casi las 3 de la tarde, así que ya es su bello cumpleaños del ojón más hermoso de la tierra!! *O*